José Julián Martí Pérez, para la historia universal simplemente José Martí, nació en La Habana, Cuba, el 28 de enero de 1853 y murió en combate en Dos Ríos, Cuba, el 19 de mayo de 1895. Político, filósofo, periodista y poeta además de diplomático, es conocido como “El Maestro”, “El Apóstol de la Independencia”, y de otras formas reverentes más.
Esos reconocimientos que derraman respeto, admiración y gratitud se deben a su inmenso proyecto libertador que sostuvo sobre tres columnas fundamentales: moralidad, justicia y libertad. A unos días de su cumpleaños 172, en México se le recuerda por sus aforismos, frases e ideas que reflejan fielmente sus pensamientos y su sentir ante la vida y el mundo.
Sobre la madre, señaló: “La madre es el sostén de la vida”, “La madre, esté lejos o cerca de nosotros, es el sostén de nuestra vida”. Y sobre los padres, dijo que son “Amigos fraternales, no implacables censores; fusta (látigo, castigo) recogerá, quien siembre fusta. Besos recogerá quien siembre besos”. Martí tuvo un gran amor hacia sus progenitores.
A los infantes, en quienes siempre vio una esperanza, Martí dedicó las siguientes líneas: “Para los niños trabajamos, porque los niños son quienes saben querer, porque los niños son la esperanza del mundo. Y queremos que los niños nos quieran, y nos vean como cosa de su corazón; sin los niños no se puede vivir, como no puede vivir la tierra sin luz”.
Este personaje de figura esbelta y singular bigote concebía a la familia como “la célula fundamental de la sociedad. Cada miembro desempeña un rol y entre todos debe existir identidad espiritual, respeto, y cariño. Buenas familias hacen una buena patria; la patria es la porción de la humanidad que vemos más de cerca, donde nos ha tocado nacer”.
José Martí sabía que para lograr un mundo mejor había que ponderar la educación. Sobre ese respecto proclamó que “educar es dar a los hombres las llaves del mundo, que son la independencia y el amor, y prepararles las fuerzas para que lo recorran por sí mismos, con el paso alegre de los hombres naturales y libres”. Por eso apóstol, maestro, y poeta.
Una realidad innegable es que ese estratega de la libertad cubana sigue siendo una figura emblemática en la historia de América Latina. Su legado de lucha por la independencia y la justicia social sigue inspirando a generaciones de líderes y activistas a lo largo y ancho de todo el continente. Martí no fue solo un líder político, fue un pensador de altos vuelos.
A través de su prosa y su poesía, sus discursos y artículos publicados, reflejó la esencia de la identidad latinoamericana. Su visión de una América Latina definitivamente unida y libre de la opresión todavía es un ideal que siguen anhelando numerosos pueblos de la región. En México, Martí encontró un hogar lejos de su Cuba natal. Aquí se refugió.
Permaneció en tierra azteca de 1875 a 1877. Llegó huyendo de la persecución española y muy pronto encontró apoyo y solidaridad entre los intelectuales y los líderes políticos de la época afines a sus ideas. Es decir, su arribo a este país ocurrió luego de su deportación de España, tras ser acusado de deslealtad y antipatía al régimen colonialista español.
Su estancia en México dejó una huella muy profunda en la cultura y la política de este país. Miembro del Liceo Hidalgo, el 7 de marzo de 1875 apareció con gran aceptación su primera colaboración periodística en México. Colaboró en la aguda Revista Universal de Política, Literatura y Comercio. También en El Partido Liberal y en El Federalista.
La figura de Martí es relevante en la lucha por la justicia social y la libertad en América Latina. Su legado dicta que la independencia y la soberanía es cuestión de política, de identidad y de cultura. En México se le recuerda como el héroe y el poeta pensador que enseñó a los mexicanos a amar y a respetar su identidad orgullosamente latinoamericana.
Por ese legado, el 27 de mayo de 1976 fue inaugurado en la Ciudad de México el Centro Cultural “José Martí”, con el objetivo de hermanar a los pueblos latinoamericanos a partir de diversas manifestaciones de base comunitaria. Su programa ofrece permanentemente diversas exposiciones, conferencias, talleres, y funciones de cine, teatro, danza y música.
Cuenta con una galería y biblioteca donde con frecuencia se ofrecen mesas redondas en torno a temas artísticos y culturales, presentaciones de libros, actividades infantiles y talleres libres de ajedrez. Quienes asisten gratuitamente a ese recinto no pueden dejar de admirar el mural Canto a Martí, localizado en la parte posterior de la sala principal.
Las actividades de ese recinto público incluyen a menudo eventos que se derraman fuera de sus instalaciones, debido a que es un escenario abierto a los nuevos exponentes de la literatura, la plástica, la música y el teatro. Lo anterior, por el natural carácter de espacio multidisciplinario para creación, difusión y preservación de las expresiones culturales.
Muy concurridos son sus talleres de expresión corporal, encuadernación, periodismo rock, vitrales, y alebrijes, así como los cursos de lenguas indígenas (náhuatl, zapoteco y mixteco). El edificio sobre 880 metros cuadrados que ocupa fue construido exprofeso para albergarlo, y la bienvenida la da una enorme estatua del mismísimo José Martí.
Se ubica a un costado de la Alameda Central, a espaldas del Museo Mural Diego Rivera, en la calle Dr. Mora 1, Centro Histórico de la capital del país. Abre de lunes a sábado de 9:00 a 21:00 y domingos de 10:00 a 16:00 horas y por casi 49 años ha sido espacio para artistas profesionales y emergentes quienes desde sus trincheras evocan al personaje.
