viernes, septiembre 20, 2024
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EL PUNTO MÁS OCCIDENTAL DE LA EUROPA CONTINENTAL 

Nuestro encuentro con Daniel 

Hay lugares que te dejan una impresión profunda, y ese es Cabo de Roca en Portugal. Este cabo está ubicado en Sintra, un municipio de Portugal cercano a Lisboa (la capital), es un rincón icónico porque es donde el océano Atlántico toca los confines de Europa continental.

Monumento del Cabo da Roca (Fotografía de Ana Solórzano).

Lo que realmente hizo que nuestra visita fuera inolvidable es que sin planearlo fuimos recibidos por Daniel al salir de la estación de tren. De pronto se nos acercó un hombre con sombrero, entrecano y con cola de caballo y nos mostró una sonrisa que destilaba autenticidad para ofrecernos sus servicios como guía de turistas.

Al inicio no nos interesó porque queríamos explorar Sintra por nuestra cuenta, pero yo había escuchado que había lugares que requerían vehículo para el acceso. Entonces su propuesta se volvió convincente cuando nos propuso llevarnos a esos lugares con su camioneta, a un precio muy accesible.

Estaba vestido con una chaqueta desgastada y botas que seguro habían recorrido muchos senderos. Daniel había nacido en Sintra y por eso la conocía como la palma de su mano. Nos llevó a través de senderos serpenteantes, rodeados de abundante vegetación y a medida que avanzábamos el dulce aroma de la flor de glicina nos acompañaba en el camino. 

Daniel compartía diversas historias para darnos un poco de contexto, por ejemplo, nos dijo que Portugal es mucho más antiguo que España y que los pueblos nómadas siempre se movían en dirección del sol, por eso en esa zona muchos paraban. Nos contó sobre los navegantes intrépidos que, siglos atrás, se aventuraron en el océano desconocido, guiados por las estrellas y la brújula. 

Cabo da Roca se convirtió en un hito crucial señalando la entrada al Atlántico y simbolizando el espíritu de exploración de la humanidad. “Los portugueses son el ejemplo de la anti raza”, nos dijo Daniel, “porque son el claro ejemplo del mestizaje”.

A la izquierda, Faro del Cabo y, a la derecha, paisaje de uno de los jardines de Sintra (Fotografías de Ana Solórzano).

“El Faro que alumbra el cabo tiene 140 metros de altitud y fue reconstruido en 1755, después de un gran terremoto”, comentó Daniel. Entre otros temas surgió el fado, la música que representa una de las mayores riquezas culturales de Portugal y que generalmente son historias de nostalgia por los navegantes que no volvían. 

“El sabor salado del mar, son las lágrimas de las mujeres esperando a sus amados que salen al mar y ya no vuelven”, nos recitaba Daniel intentando recordar un poema del poeta Fernando Pessoa.

Además del Cabo también nos llevó a la Playa das Maçãs (Playa de las Manzanas). Se llama así porque ahí llegaban manzanas en la época de otoño a través de la Ribera de Colares, de hecho se encuentra localizada junto a la población que lleva su mismo nombre, a 12 km de Sintra. 

La diversidad de plantas en Sintra es inmensa, existen araucarias, eucaliptos, cedros, pinos, madroños, secuoyas, así como diversos arbustos y ejemplares endémicos de Portugal que se encontraban desde la época primitiva: el roble-cerquiño, la carrasca y flores como la “saudade” (Armeria pseudarmeria), la cual incluso está amenazada.

Daniel nos contó que esta diversidad se debe a que el rey Fernando II mandó a plantar todas esas especies en el siglo XIX, así como la construcción del Palacio de Pena que fue un regalo para su esposa en la montaña más alta, lo que lo volvió icónico de la región, “antes Sintra era piedra de granito, pero ahora es un vergel precioso”, nos dijo con orgullo. 

Vista del paisaje desde la carretera y diversos arbustos en Cabo da Roca con el rayo del sol (Fotografías de Ana Solórzano).

“En cada curva te encuentras un poema”, comentó, y esto es muy cierto. Se notaba que la vida de Daniel no siempre había sido fácil. A pesar de su profundo conocimiento de la región y su amor por el lugar, admitió que el trabajo era escaso. Durante años, ha sido guía turístico ocasional, compartiendo sus conocimientos y pasión. Pero la falta de oportunidades había sido un desafío constante en su vida.

Además de eso, Daniel nos compartió un aspecto más personal de su vida, tenía una hija que vivía en Rusia, aunque no vivía con él, la nostalgia y el amor paternal se transparentaba en su voz cuando hablaba de ella. 

Acantilados de Cabo da Roca y una espléndida vista del Océano Atlántico con el reflejo del sol de primavera (Fotografías de Ana Solórzano).

Más allá de las impresionantes vistas y los majestuosos acantilados, tuvimos el privilegio de conocer a alguien cuya vida estaba profundamente entrelazada con Cabo da Roca.

¿Te puedo tomar una foto para el recuerdo? —le pregunté.

“No, mejor yo les tomo a ustedes”, nos respondió.

Así que no tengo fotos de él, pero con sus historias de Sintra, personificaba el espíritu resiliente y apasionado de aquellos que sienten un vínculo profundo con la tierra y el mar. Cada lugar tiene sus guardianes y narradores, personas como Daniel, que tejen la historia y la esencia del lugar con sus propias vidas.

Ana Solórzano
Ana Solórzano
(Guanajuato, Gto. 1993) Bióloga egresada de la Universidad Autónoma Metropolitana, Campus Xochimilco. Promotora del cuidado del agua y la conservación de la naturaleza, a través de los medios de comunicación y proyectos comunitarios. Su principal motivación profesional es desarrollar estrategias sustentables para la conservación del agua.
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