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JOAQUÍN PARDAVÉ, GUANAJUATENSE POR CIRCUNSTANCIA, ADORADO POR SU AMADO PÉNJAMO

Jorge Negrete nació en Guanajuato y olvidó decir al mundo cuál era su lugar de origen. Jorge Ibargüengoitia pagó con sátira el que su familia haya tenido que salir de su natal Cuévano. La familia de Diego Rivera salió de Guanajuato y el pintor pintó su raya con una ciudad con la que se reconcilió en el ocaso de su vida. Joaquín Pardavé fue parido en ese pueblo romantizado por el canto creado por Tomás Méndez y amó el terruño donde dejó el ombligo cuando nació ahí por mero accidente, para luego irse a vivir a otras latitudes.

El talentoso actor, cantante y compositor triunfó en cine y radio y, a diferencia de otros guanajuatenses, amó a su pueblito de ensueño, al que honró y cantó y que le correspondió en vida y le ha correspondido al mantener vivo su recuerdo.

Estado actual de la casa donde Joaquín Pardavé vivió su niñez en la ciudad de México. Se ubica en la calzada Emiliano Zapata, casi esquina con Alhambra, en la colonia Portales. (Fotografía obtenida de Google Earth).

Penjamense por circunstancia

El penjamense fue hijo del actor español Joaquín Pardavé y la tiple cómica Delfina Arce. Sus padres llegaron a México con la compañía teatral “Betril”. Si bien algunas biografías indican que pasó su primera niñez en Pénjamo, datos del también penjamense Arturo Castillo, estudioso de la vida y obra del artista, señalan que la familia radicaba en la ciudad de México.

Existe la versión que el nacimiento de Joaquín Pardavé Arce fue sólo de paso. El dato confirmado es que nació el 30 de septiembre de 1900 y la información biográfica más confiable señala que al ser una familia de cantantes de zarzuela e integrantes de una caravana artística, sólo esporádicamente llegaban a Pénjamo.

De ahí se derivan dos versiones: Joaquín Pardavé nació en un hotel de la calle Aldama esquina con Arteaga. Ahí colocaron una placa; la otra dice que fue en la casa número 4 de la calle que ahora lleva su nombre. Está a media calle de la plaza principal y ahí viven descendientes que tienen en ella una panadería. Es posible que naciera en el hotel, y que la familia residiera en los primeros años de vida del que fuera el mayor de tres hijos en la casa que hoy huele a pan recién horneado.

Como quiera que sea, no existe duda que nació y fue registrado en Pénjamo.

A los cuatro años, Joaquincito ingresó al mundo teatral al participar en la zarzuela En la casa de Dios. Algunas versiones biográficas indican que vivió en Pénjamo sus primeros años y que debido a la Revolución la familia se mudó a la ciudad de México, donde estudió hasta la secundaria en la Escuela Vasco de Quiroga y posteriormente estudió Pintura en la Academia de San Carlos.

Casas donde habitó Joaquín Pardavé en la ciudad de México: en la colonia Portales y en el cruce de Concepción Béistegui y Avenida Cuauhtémoc (Fotografías obtenidas de Google Earth).

Las referencias a sus primeros años como actor infantil apuntan sobre todo a que su lugar de residencia más común era la casa marcada con el número 68 A ubicada en la Calzada Zapata casi esquina con Av. Alhambra, en la colonia Portales, de la ciudad de México.

A los 16 años murió doña Delfina y Joaquín Pardavé Arce se muda a Monterrey, Nuevo León, donde consigue un empleo de telegrafista y da a conocer su primera composición musical, “Carmen”. Tres años después fallece don Joaquín Sr., y regresa a la Ciudad de México donde Joaquín inicia su trayectoria artística en teatro de zarzuela al debutar en la obra Los sobrinos del capitán Grant en 1918, en compañía de su tío Carlos Pardavé; más tarde se unió a la compañía de José Campillo, donde conoció y trabajó durante 12 años con Roberto “Panzón” Soto. Su primer papel en esta compañía fue en la opereta La banda de las trompetas (1920).

De ahí pasó al cine silente en 1919 y luego al cine sonoro en 1932. Para 1937 ya es destacado actor de la pantalla grande y ese mismo año se inicia en la radio al conducir al lado de Pedro de Lille el programa La hora azul de la XEW.

No es propósito describir a detalle las 73 películas donde participó como actor el cómico penjamense, que pasó de actor a guionista y director de cine y que se distinguió con papeles como don Venancio, el barchante Neguib, el baisano Jalil, el Gran Makakikus y don Susanito Peñafiel y Somellera, entre otros. En total, entre actuadas, escritas y dirigidas, sumó 104 cintas.

Fue actor completo que lo mismo representaba personajes en demoledores melodramas que hilarantes comedias urbanas o rancheras. Sus pasatiempos eran jugar boliche, escribir, leer y escuchar música, de preferencia la popular nacional, las piezas y canciones de sus contemporáneos y las que él escribió.

Murió el 20 de julio de 1955, casi al final del rodaje de la película La virtud desnuda, de José Díaz Morales, luego de una ardua jornada de trabajo, a causa de una embolia.

Casas donde se dice que nació Joaquín Pardavé en la ciudad de Pénjamo, la primera en la calle que lleva su nombre; la del centro porta una placa conmemorativa; y la última como la más aceptada donde nació el actor y compositor (Fotografías obtenidas de Google Earth).

Joaquín Pardavé y su Pénjamo

El talentoso Joaquín Pardavé se casó con la tiple Soledad Rebollo (“Cholita”) el 26 de octubre de 1925. Ella fue el amor de su vida, su inspiración para las canciones “Plegaria”, “Bésame en la boca”, “Negra consentida” y “Varita de Nardo”. Es su vena de compositor su otra gran virtud. Ya en su estancia en Monterrey había compuesto la pieza “Carmen”, dedicada a la joven Carmen Delgado. Fueron el inicio de una larga lista que supera las 80 composiciones.

Joaquín Pardavé triunfó y cambió su casa a la colonia Narvarte. Su domicilio fue calle Concepción Béistegui esquina con Av. Cuauhtémoc, no muy lejos de la Portales. Sin embargo, se enorgulleció siempre y presumió haber nacido en Pénjamo, a donde regresaba cuando le era posible.

En esos regresos a su Pénjamo, impulsó la construcción del monumento a Miguel Hidalgo, ubicado en Corralejo. La obra, de 13.5 metros de altura, fue financiada con un día de sueldo aportado por los maestros del país, pero cuando fue construida ya el cómico había fallecido.

De acuerdo con Arturo Castillo, Joaquín Pardavé compuso una canción dedicada a su Pénjamo y que fue cantada por el cómico el 18 de noviembre de 1952. Sin embargo, también el compositor Rubén Méndez, igualmente oriundo de Pénjamo, compuso la famosa pieza que comienza con el “Ya vamos llegando a Pénjamo”.

Versiones biográficas sobre Rubén Méndez indican que éste se sentía opacado por Joaquín Pardavé, (Ver “Rubén Méndez era un compositor guanajuatense sumamente distraído que caminaba por los pasillos de la W tarareando sus canciones” en https://worldradiohistory.com/hd2/IDX-Business/Stations/IDX/Station-Magazines-IDX/XEW/XEW-New-Full-OCR-Page-0278.pdf) y se esforzó en crear un corrido para su pueblo natal.

Pardavé consideró que la versión de Méndez era mejor que la suya y no grabó la propia. Incluso, pidió al en ese momento (1952) gran triunfador, Pedro Infante, que grabara la pieza. Pénjamo se convirtió en fenómeno nacional y se le escuchaba su canción incluso en Europa.

La versión de Pardavé fue cantada en la década de los ochenta por Astrid Hadad, pero no se encontraron versiones en la red.

El cómico mantuvo, de esa manera, una constante relación con su pueblo natal, con sus visitas.

Joaquín Pardavé captado durante una de las muchas visitas que hizo a su amado Pénjamo.

Correspondido

Pénjamo ha correspondido el amor que le prodigó Joaquín Pardavé. Dieron su nombre a la calle donde se ubicó la que es considerada la casa de su niñez, colocaron una placa donde estuvo el hotel sede de su nacimiento, en 2016 pusieron su nombre a una glorieta a la entrada de la ciudad y en 2019 hasta estatua le construyeron.

Ya vamos llegando a Pénjamo. Aunque con tanto motor de gasolina ya no brillan sus cúpulas ni sus torres cuatas son dos alcayatas que apuntan al sol ni tampoco su gran variedad de pájaros trina de puro júbilo. Voy por unas carnitas —las mejores del estado— y con un tequila de la hacienda donde Hidalgo nació, brindaré por ti, harbano, para luego, ya entonados, irnos de galanes chuscos y ocurrentes, como buenos Susanitos Peñafiel y Somellera que somos, para cantar a las bellas mujeres que nos inspiran a escribir.

Federico Velio Ortega
Federico Velio Ortega
Periodista, maestro en Investigador Histórica, amante de la lectura, la escritura y el café. Literato por circunstancia y barista por pasión (y también al revés)
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