Ecos de la visita de Isabel II a la ciudad de Guanajuato en 1975
“Iba a la Universidad y vi mucha gente. No sabía de qué se trataba. Observé que estaba el gobernador (Luis Humberto Ducoing Gamba) y distinguí que acompañaba a una señora muy elegante: era la reina Isabel (II).
Pepe Araujo no recuerda que el rector era don Eugenio Trueba. Ahí estaba también Isauro Rionda, entonces funcionario de gobierno encargado de la cultura.
Ante la muerte de la monarca, la prensa local rememoró el hecho y buscó testigos de ese momento que, nostálgicos y emocionados, los sobrevivientes han narrado con sus detalles. Ante tanta solemnidad, propia de ese Cuévano ironizado por Jorge Ibargüengoitia, era menester escuchar una versión desde el desenfado y el humor. Por eso la charla con José (Pepe) Araujo, integrante del grupo teatral de comedia Los Juglares.
“Me tomé una selfie con ella; me acerqué como si nada, no vi mucha seguridad, tenía una camarita de rollo y extendí mi mano para tomarme la foto, que fue en blanco y negro y por ahí debe andar”.
Basta buscar en Youtube para encontrar el noticiario de Associated Press (AP, Prensa Asociada) en el que muestra a la reina Isabel II en paseo por las calles de Guanajuato. 27 de febrero de 1975, en una ciudad que resurgía de las ruinas generadas por la Revolución Mexicana.
Pepe Araujo era parte de esa reconstrucción: estudió arquitectura y empezó a trabajar en la Universidad de Guanajuato como integrante del medieval grupo de comedia iconoclasta: Los Juglares, que se mostraron al mundo el 12 de agosto de 1972.
El contexto del texto
Los testimonios audiovisuales muestran a la reina Isabel II en auto que circula por Sopeña, entre banderitas agitadas por el gentío. La exhiben en el mercado Hidalgo, donde dicen que comió tlacoyos. En la Alhóndiga firmó el libro de visitantes distinguidos. Gente por doquier, fenómeno en una ciudad que se hacía internacionalmente famosa, porque era ya sede de un Festival Cervantino que surgía gracias al Teatro Universitario.
Fotos e imágenes filmadas, reproducidas a raudales en los últimos dos días, dicen otra cosa, pero así lo vivió Pepe:
“Yo no recuerdo mucho entusiasmo antes de la llegada de la reina. La ciudad estaba como si nada. Ese día yo la encontré por pura casualidad. Iba a la Universidad y la vi. Yo tenía una camarita, de esas sencillas, baratas, sin lente largo, que no necesitaban enfocar, de rollo de 12, 24 o 36 fotos (en ese tipo de cámaras el formato era “110 mm”, de media pulgada, en contraste con la pulgada del rollo para foto profesional, de 36 centímetros) y aproveché para la selfie: con una mano me agarré de una de las columnitas que están al inicio de la escalinata y con la otra agarré la cámara y saqué una foto. En ese tiempo, el rollo costaba y revelarlo e imprimirlo costaba también; uno cuidaba cada foto y sólo me tomé ésa””.
El Guanajuato de 1975 ya se encarreraba como destino de cultura y turismo. Desde 1945 el Colegio del Estado se había convertido en Universidad; en 1955 el flamante edificio central cambiaba por completo el paisaje urbano visto desde el Pípila; le hicieron en los sesenta su carretera Panorámica y su río apestoso recolector de drenaje se había convertido en una menos apestosa calle Subterránea. Era una ciudad más accesible para el automóvil. Pepe, en ese momento con casi 24 años de edad, lo narra así:
“Había una calle para subir y otra para bajar; uno se encontraba a todo mundo en cualquier momento. No nos podíamos dar el lujo de tener enemigos, pues tarde o temprano nos íbamos a encontrar y nos íbamos a matar”
Para el entrevistado, el entusiasmo no era extraordinario debido a que ya había turismo y ya estaba el (Festival Internacional) Cervantino: “veíamos turistas en la calle y nos visitaba seguido gente importante o famosa”.
Guanajuato comenzaba a proyectarse entre México y el mundo gracias a la película “Las Momias de Guanajuato”, dirigida por Federico “Pichirilo” Curiel (ésa es otra historia que ya platicaremos cómo la vivió Pepe).
Según la memoria del juglar, ni antes ni después de la estancia de Isabel II hubo entusiasmo excesivo entre la gente o al menos en la universidad, pero tampoco hubo indiferencia. Y aunque para él la reina no representaba nada extraordinario, hizo el favor de tomarse la foto con ella.
La estancia de la reina al pie de la escalinata es de las más fotografiadas. Ahí se encuentra la estudiantina Santa Fe que, de acuerdo con el entrevistado, no pudo deleitarla en el monumento al Pípila:
“Se hizo mucho tráfico y la estudiantina se quedó atorada abajo. El Flaco (Joaquín) Arias me comentó que dejaron plantada a la reina”.
Pepe Araujo alude al relato narrado por el Flaco, pero éste aclaró que en ese momento no se encontraba en la ciudad de Guanajuato. Posiblemente el Flaco sabía del hecho (fue el fundador de la estudiantina), pero por testimonio de los integrantes del grupo.
Nomás el recuerdo queda
A la reina Chabelita (pa’ los cuates) llegó en un tren con 11 vagones, procedente de la ciudad de México; la llevaron en auto al ya desaparecido aeropuerto de San Carlos, allá en León. En la cañada se quedó su recuerdo.
Pepe Araujo relata ese momento, cuando dio oportunidad a que la reina recordara y tuviera la oportunidad de presumir que se tomó una foto con un juglar:
“No se notaba seguridad, pero yo creo que al estar junto a ella había muchos rifles desde las azoteas apuntándome; a lo mejor tenía un láser en la frente y ni cuenta me di”
Encuentra y pasa la foto, Pepe, para publicarla y que esta entrevista tenga sustento, mira que mejor un perrito callejero se ha hecho famoso al posar junto a la reina.