(Estampas leonesas)
No se conoce por qué ese día, pero los martes se volvieron una tradición para León
En la zona de parada de autobuses de la calle Miguel Alemán centenares de jóvenes esperaban impacientes a las unidades de la línea Parque-San Juan Bosco. Uno tras otro, salían atiborrados de pasaje: pasaban el Parque Hidalgo y subían por la avenida Valverde y Téllez para seguir por la carretera a Lagos de Moreno y llegar a su destino: San Juan Bosquito.
Los martes eran días de tianguis (como hasta la fecha) y, sobre todo, eran días de adolescentes en busca de pareja, con el pretexto de acudir a las misas juveniles.
De las partes bajas y cercanas de la ciudad salían caravanas de mozalbetes bañados, perfumados con locioncita y peinados con brillantina para la melena rockanrolera o glicerina para aplastar los pelos tiesos; de chicas en minifalda o pantalón acampanado, con pañoleta a la mano por si la exigía el sacerdote oficiante al entrar al templo, y perfume aún cuando fuera del económico.
Iba desde la Industrial, San Antonio y Chapalita la procesión de chamacada con cara llena de espinillas, que trepaban por entre las piedras de Cádiz y Burgos. En los primeros años, la terminal estaba junto al jardín, luego se iba por la carretera y seguía rumbo a Las Joyas. Con el tiempo las rutas 1, 3 y 4 llevaban hasta allá, además los Centro-La Joya y el Seguro-Piletas. El Parque-San Juan Bosco era ya conocido como Circuito Colonias.
Los caminos para el amor eran simples: entrar a misa al gran Santuario Nacional de San Juan Bosco y observar el panorama de asistentes para detectar a quién echarle ojitos o quien echara ojitos. La segunda parte era el abordaje en el jardín que está frente al templo, preguntar nombre y ocupación, invitar una paleta y culminar con la petición de noviazgo para el posterior ceremonial de echar reja.
Los orígenes
Luego de la inundación de 1926, el cerro de La Soledad fue poblado para crear la colonia Bellavista. La guerra cristera trajo gente de otras latitudes que llegó a León y junto con los damnificados se integrarían en un moderno asentamiento de cuadrícula casi perfecta: la colonia Industrial.
Los todavía más pobres se fueron cerro arriba para que así surgieran desde la década de los treinta del siglo XX las primeras casas de lo que luego sería la colonia Vista Hermosa que derivaría en la colonia España. En esta última surgió San Juan Bosquito.
El ex seminarista veracruzano Juvencio Cajiga llegó a León después de que, como consecuencia de las cristiadas, cerraran el seminario de Puebla. El hombre de fe deseaba un templo dedicado a Don Bosco y crear una escuela para niños pobres, la cual fue abierta al final de la década de los cuarenta, junto con un hospital para personas humildes, todo bajo el auspicio de la orden salesiana.
Don Juvencio Cajiga comenzó a construir una capilla provisional en honor a San Juan Bosco en 1951. Una nota publicada en un diario de la época relata:
“Desde la parroquia del Espíritu Santo (la de la colonia Industrial), don Juvencio y el señor cura en turno, escogieron el lugar donde se edificaría la nueva capilla, además de que entrevistaron a varios vecinos del lugar como a Adrián González, hasta que acordaron que sería en la manzana 44 de la entonces colonia Lomas de Vista Hermosa”.
La colocación de la primera piedra de la capilla fue prevista para el 25 de junio, día de San Máximo de Turín, patrono de los salesianos, pero como ese día llovió mucho, la ceremonia y la construcción del templo fueron pospuestas para el 5 de marzo. En un espacio de 12 × 15 m comenzaron a edificar una capilla provisional y una zona de descanso para la familia que la cuidaría.
El domingo 16 de agosto de 1953 la ciudad recibió una reliquia de San Juan Bosco por los 139 años del natalicio del santo, enviada desde Roma por el rector mayor Renato Ziggioti. Desde ese día, León fue llamada “La ciudad de Don Bosco”.
El fervor de los habitantes de una zona donde abundaban colonos de origen jalisciense, fervientes católicos y prófugos de la persecución contra cristeros, contribuyó a que no se conformaran con la capilla y construyeran un gran templo, con cuatro bóvedas con figura de arco que forman una gran cruz.
El gran tamaño del recinto, el crecimiento poblacional de la zona, el carácter diverso de sus habitantes y el afán de darle a la ciudad un gran espacio de fe que era un orgullo verlo al llegar a la ciudad procedentes de Lagos de Moreno, Guadalajara, San Juan de los Lagos o Aguascalientes, contribuyeron a que se convirtiera en zona de confluencia.
Todavía casi en obra negra, el nuevo templo fue bendecido el sábado 4 de febrero de 1967 y la primera misa fue oficiada para Ticiano Puppin, superior de los salesianos. Fue tal su importancia que recibía peregrinos de otras partes del país y en 1968 fue nombrado “Templo Nacional de San Juan Bosco”. El 22 de enero de 1974, ya debidamente concluida la obra, fue elevado al rango de Santuario Nacional.
Al mirar a la ciudad desde el cerro de Las Hilamas, hacia el poniente, al fondo de la gran cruz del Santuario se observaban las torres de catedral, el templo Expiatorio y el Centro Médico del Bajío (nuestro entonces Empire State región 4).
Martes de amor
No se conoce en archivo el dato del por qué ese día, pero al menos desde la década de los sesenta, los martes en esa zona se volvieron una tradición para León, que se mantienen hasta la fecha, aunque ahora sólo para surtir el mandado y comprar alguna chuchería.
Información del Archivo Histórico Municipal de la ciudad señala que los devotos de la época acudían al templo caminando descalzos y el lugar se convertía en una romería y llevaban objetos como imágenes del santo para que el padre los pudiera bendecir. Eso dio pauta a que se instalaran puestos y naciera el tianguis de los martes.
Pero hay un detalle: fue ciudad del niño y uno de los proyectos salesianos es proteger y guiar por el camino del bien a las y los jóvenes. De ahí que surgieran grupos de adolescentes tanto para formación religiosa como para la expresión musical relacionada con la fe.
Y de ahí el pretexto de ir a escuchar el sermón para ser buen católico o católica y de paso ligar.
San Juan Bosquito ponía la materia prima y sólo había que estar vestido y peinado acorde a la época para tener posibilidad de lograr el reto de la manita sudada, las salidas con chaperón y la plática a la puerta de la casa, la famosa “reja”, bajo la severa vigilancia de suegra, suegro y cuñados. Los milagros para conseguir novio eran reto para San Antonio de Padua (cuya parroquia está en la misma zona poniente de la ciudad). Lamentablemente, no existe santo o santa que garantice conseguir novia.
Es por eso que el primo del hermano del amigo del sobrino del compadre de un vecino que nació y creció en esa parte de la ciudad, fue virgen durante su adolescencia.