domingo, mayo 19, 2024
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CASTILLO DE CHAPULTEPEC, DEPOSITARIO DE HISTORIA Y ARTE

La historia de Chapultepec se remonta a tres mil años, como lo demuestran hallazgos de cerámica y entierros humanos del periodo Preclásico (2500 a.C-200 d.C.). En 1325, después de la fundación de México-Tenochtitlan, fue considerado lugar sagrado y sitio estratégico debido a los manantiales que surtían de agua potable a la capital del imperio.

Los historiadores más avezados han documentado que durante el Virreinato, Chapultepec mantuvo su trono de gran importancia. En 1530 el emperador Carlos V decretó, mediante una Cédula Real, que el bosque de Chapultepec “se convirtiera en propiedad de la ciudad de México”. Y para los primeros virreyes éste era un lugar de descanso y esparcimiento.

Lo usaban para pasear y para cazar ciervos, liebres y conejos. Tan lindo era que el virrey Luis de Velasco (1590-1595) mandó construir un palacio de recreo en la falda del cerro, el cual fue destruido en 1784 por una explosión de pólvora. Un año después, el virrey Bernardo de Gálvez mandó levantar otro en la cima del cerro, el Castillo de Chapultepec. 

Una imagen majestuosa que ha dado la vuelta al mundo. (Fotografía, INAH)

Una vez consumada la guerra de Independencia, en 1845 el bosque fue utilizado como un espléndido lugar de práctica por los cadetes del Colegio Militar, quienes ejercitaban tiro y realizaban todo tipo de acciones militares. En 1847, tras la guerra contra Estados Unidos, el cerro fue talado en su totalidad para evitar que se escondieran las tropas enemigas.

De acuerdo con instancias como el Instituto Nacional de Bellas Artes y las secretarías de Cultura federal y de la capital del país, al general Porfirio Díaz, siendo presidente de la República durante más de 30 años, se debe la transformación del bosque de Chapultepec hasta convertirlo en uno de los parques más bellos y famosos del mundo en el siglo XX.

En 1895 una comisión hizo de aquel lugar un verdadero sitio de recreo abierto a todo público. Se trazaron calzadas con desarrollos casi idénticos a los del Bosque de Bolonia y se construyó un lago artificial. La tierra de la excavación se aprovechó para formar los montículos, de diversas alturas, que rompen con la monotonía de las superficies planas.

Las mismas fuentes sostienen que, no obstante, el Bosque de Chapultepec, con todo y su lago y su castillo, se ha ido transformando desde entonces a la par de los cambios que ha experimentado la Ciudad de México en los campos político, económico, social y cultural. Hoy, el Castillo de Chapultepec es un sitio emblemático de la CDMX y de todo el país.

En 1939 el presidente Lázaro Cárdenas del Río decretó establecer un recinto museístico que resguardara la memoria histórica del país, y ordenó que el Castillo de Chapultepec, edificio construido en el siglo XVIII, fuera la sede del nuevo Museo de Historia en el que se exhibieran diversas piezas y obras de arte que darían cuenta del devenir de México.

Otra fuente consultada es el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), quien en sus anales destaca que una vez adecuado el Castillo, el 27 de septiembre de 1944 se inauguró el Museo Nacional de Historia. En su vastísima colección se conservan distintos tipos de objetos que realmente son como una línea del tiempo llena de datos e imágenes.

Ahí se conservan y exhiben vestigios arqueológicos, ropa, armaduras, cuadros, armas, banderas, enseres domésticos, carruajes y varios murales, que en conjunto abordan la historia en todas sus etapas: prehispánica, conquista, novohispana, Independencia, Intervenciones, Reforma, y Revolución Mexicana, hasta la segunda década del siglo XX.

Aspectos del Castillo de Chapultepec, cuyo Alcázar es realmente un obsequio para la vista. (Fotografías, INAH)

Como el edificio fue residencia de gobernantes como la pareja imperial formada por Maximiliano y Carlota de Habsburgo, y presidentes entre quienes destaca Porfirio Díaz, el museo conserva parte de las habitaciones y mobiliario que esos personajes de la vida nacional utilizaron en su tiempo, acervo que desde 1944 resulta sumamente interesante.

El museo cuenta con 12 salas de exposición permanente y 22 salas en el Alcázar, en las que se recrean las habitaciones de Maximiliano y Carlota y del presidente Porfirio Díaz, que junto con la sala que recuerda el asalto al Castillo de Chapultepec, hacen de su visita una experiencia única por el arte, la historia y la estética que muestran a todo el público.

Los gobelinos de Maximiliano y Carlota. Se conocen como gobelinos al tipo de tapices que retratan en sus bordados, hechos con finos hilos, muchas veces de oro, paisajes y escenas de narraciones literarias, o bien sucesos históricos importantes. Estas telas comenzaron su auge en la Europa del siglo XVII y fueron un objeto preciado de lujo.

Durante siglos, tiempo en el que se adaptaron a las modas y estilos artísticos de cada momento, se tornaron piezas de arte. Como un obsequio, Napoleón III dio a Maximiliano y Carlota una sala hecha de madera de avellano, la cual todavía se conserva en el museo. En su tapicería se pueden ver algunas fábulas del escritor francés Jean de la Fontaine.

En esta misma habitación se conservan dos pianos de magnífica hechura, fabricados de manera especial para la pareja imperial, así como cuatro pinturas al óleo de gran formato que retratan a Maximiliano, Carlota, Napoleón III (sobrino de Napoleón Bonaparte) y su esposa Eugenia de Montijo. Observar a esos personajes despierta emociones encontradas.

Los vitrales parisinos. Una de las reformas que Porfirio Díaz hizo en el Alcázar del Castillo de Chapultepec fue la implementación de una galería adornada con vitrales emplomados. Con este propósito, en el año 1900, el general ordenó que éstos se fabricaran en París, ciudad europea que Díaz siempre trató de emular en sus proyectos.

Con el estilo amado por Díaz, Art Nouveau, los coloridos vitrales hechos por la compañía Champigneulle Fills retratan a cinco diosas de la mitología grecolatina: Pomona, diosa de las cosechas y frutos; Flora, deidad de la primavera y de las flores; Hebe, portadora del néctar divino; Diana, la gran cazadora; y Ceres, encargada de la agricultura y fertilidad.

Baños de Moctezuma. Diversas fuentes históricas narran la existencia de unos afamados baños de aguas curativas asentados en el Bosque de Chapultepec hacia el siglo XIX, visitados por la élite de la época. En 2018, arqueólogos del (INAH) descubrieron, a la altura de la Calzada Gandhi del bosque, los vestigios de tres estanques lúdico-curativos.

La recámara de Carlota, esposa del efímero emperador Maximiliano. En la siguiente imagen, los vitrales que Porfirio Díaz mandó colocar en un espacio especial del Castillo de Chapultepec. (Fotografías, INAH)

La investigadora María de Lourdes López Camacho, afirma, luego de cinco años de estudios en documentos históricos, que los vestigios hallados en 2018 corresponden a la “Casa Baños de Chapultepec”, un conjunto histórico que alimentó vivamente la leyenda de los “Baños de Moctezuma”, al situarse frente a un contenedor de agua prehispánico.

Ella narró cómo se originó la leyenda: “Equívocamente, a los «Baños de Moctezuma» se les ha atribuido ser el lugar del hallazgo de algunas piezas arqueológicas, pero en realidad es en otro sitio, ubicado al pie del cerro de Chapultepec, que las fuentes históricas llaman «Alberca de Moctezuma» donde se descubrió el famoso chapulín de carneolita rojo”.

Finalmente, vale la pena recordar un dato importante: El topónimo de Chapultepec procede del idioma náhuatl chapul (in), saltamontes; tepe (tl), cerro o montaña. La “c” al final es un sufijo que denota nombre de lugar: En el cerro del Chapulín. En este mundo, absolutamente todo tiene un nombre, y cada nombre tiene su propio y particular origen.

Juan Carlos Castellanos
Juan Carlos Castellanos
Juan Carlos Castellanos C., es periodista con más de 40 años de experiencia en temas culturales. Entre otros muchos, ha merecido el Premio Internacional de Periodismo “Ludwig Von Mises” de las Naciones Unidas y su labor como reportero ha sido antologada en diversos libros y revistas.
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