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CONSUELO DE LOS QUE SUFREN, ADORACIÓN DE LA GENTE

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La accidentada historia de la construcción de cinco monumentos a Cristo Rey

El Cristo de la Montaña —el Cerro del Cubilete— es el consuelo de los que sufren y adoración de la gente (José Alfredo Jiménez Sandoval dixit). Su nombre oficial es Santuario Votivo Nacional de Cristo Rey de la Paz y es monumento a la fe católica, orgullo de los cristeros y distintivo del estado de Guanajuato envuelto en mitos al ser calificado alguna vez como “Centro geográfico de México”. 

El Cristo del Cubilete es una de las 12 estatuas o monumentos de su tipo que hay en el mundo, sin contar el Cristo de las Noas, que se encuentra en Torreón o el Cristo de la Paz, edificado recientemente en Zacatecas. El Cristo guanajuatense mide 20 metros de pies a cabeza. No es el más alto del mundo, pero es el único mencionado en una canción del vate musical de Dolores Hidalgo, Guanajuato.

En el estado de Guanajuato, en poco más de un siglo se le han hecho cinco monumentos a Cristo Rey. El que ahora luce más iluminado que nunca es el resultado del tesón católico ante la adversidad generada por el jacobinismo de los gobiernos mexicanos postrevolucionarios. 

En poco más de un siglo, se han hecho cinco monumentos a Cristo Rey en diferentes ciudades de Guanajuato.

Primer monumento

Datos de la Arquidiócesis de León señalan que la idea de erigir un monumento a Cristo surgió en noviembre de 1919: el obispo José Guadalupe Albino Emeterio Valverde Téllez hizo una visita pastoral en Silao y fue hospedado en el templo del Señor del Perdón.

Era atendido por los carmelitas y desde su hospedaje contempló el cerro más alto de la zona. Entonces sintió el deseo de celebrar una misa en su cima. 

La sección de la Adoración Nocturna del Santísimo Sacramento se enteró del deseo del prelado y al ver próxima la fecha de la celebración de la Vigilia de “espigas” decidieron hacerla en la montaña, conocida como El Cubilete, y culminarla con la Santa Misa celebrada por el obispo. 

Eleuterio de Ma. Santísima Ferrer, sacerdote carmelita, director espiritual de los adoradores, propuso que se pusiera una lápida conmemorativa. El presidente de la sección, Felipe Bravo Araujo, propuso que mejor se hiciera un monumento. 

Eleuterio aceptó, pero pidió que sobre él se colocara la imagen del Sagrado Corazón de Jesús. Valverde y Téllez le dio carácter de diocesano y puso la primera piedra el 12 de marzo de 1920 y el 11 de abril hizo su dedicación. 

El primer monumento fue años más tarde bajado a donde se encuentra actualmente la Ermita Expiatoria y fue dinamitado el 30 de enero de 1928.

Primer monumento, destruido durante la primera Guerra Cristera el 30 de enero de 1928.

Segundo monumento

La Adoración Nocturna Mexicana pidió al Episcopado que se declarara Monumento Nacional a la primera estatua de Cristo Rey. Pero como esa figura no cumplía con los anhelos de magnificencia, pidieron también que se decretara la sustitución del mismo por otro más grandioso, lo cual fue aprobado el 10 de octubre de 1920.    

La razón que tenía el Episcopado para erigir el Monumento Votivo Nacional era cumplir un voto que hicieron los obispos al Sagrado Corazón el 11 de junio de 1914 y, además, entronizar a Cristo en el corazón de México, para lograr la paz (eran los estertores de la fase armada de la revolución)  y la conservación de la fe.

Se procedió a la construcción del segundo monumento. Fue entonces que movieron el primer monumento a la Ermita Expiatoria, ubicada metros abajo. En tanto, el 11 de enero de 1923 era colocada la primera piedra en la cúspide de la montaña, pero se prohibió continuar con la obra porque ese acto fue considerado como anticonstitucional y un desafío al gobierno. Era el antecedente de lo que luego sería la primera Guerra Cristera, iniciada en agosto de 1926.

La primera Guerra Cristera culminó el 29 de junio de 1929, pero dejó una secuela: el primer monumento había sido dinamitado en 1928 y el segundo monumento quedaba inconcluso.

Tercer monumento: el Cristo Blanco

De 1931 a 1941 se llevó a cabo la Segunda Guerra Cristera, surgida por oponerse a la Educación Socialista impulsada por Plutarco Elías Calles y proseguida por la oposición a Lázaro Cárdenas por considerarlo comunista. 

En ese contexto surgió el tercer monumento: la capilla de Cristo Rey en la Catedral Basílica de la Madre Santísima de la Luz, en la ciudad de León, sede de la entonces Diócesis y ahora Arquidiócesis a la que pertenece clericalmente El Cubilete.

La capilla fue construida en secreto desde 1937 y concluida y bendecida el 11 de enero de 1938. Los dos días siguientes se realizó el primer congreso diocesano en honor de Cristo Rey. A ese monumento se le conoce como “El Cristo Blanco”, por estar hecho con mármol de ese color.

Se honraba a Cristo Rey, pero no en El Cubilete. A Valverde y Téllez le preocupaba no poder construir el monumento en la “Montaña de Cristo Rey”, debido a que el gobierno no otorgaba permiso alguno solicitado.

Monumento original de Cristo en las nubes; en la imagen siguiente, el actual que se encuentra en San Luis de la Paz. 

El cuarto monumento: Cristo en las nubes

El 1940 seguía en México la Segunda Guerra Cristera, pero el panorama cambiaría: el esperado destape del radical socialista Francisco J. Mújica para relevar a Lázaro Cárdenas, no ocurrió; el “bueno” para ser el candidato del dominante Partido de la Revolución Mexicana (PRM) —continuidad del Partido Nacional Revolucionario (PNR), fundado por Calles y antecesor del Partido Revolucionario Institucional (PRI)— era Manuel Ávila Camacho, un también ex revolucionario, pero de ideas conservadoras y abierto catolicismo. 

La Segunda Cristiada terminó en 1941 al lograr acuerdos entre gobierno, clero y rebeldes. Entonces hubo condiciones para cumplir con el propósito de reponer el monumento destruido, suplir al inconcluso y cumplir con el sueño de Valverde y Téllez y los votos del clero mexicano.

El sacerdote José Ascensión Betancourt fue el responsable del proyecto. Correspondió al arquitecto Nicolás Mariscal y Piña realizar el diseño del nuevo monumento. Lo presentó al sacerdote y éste le dio el visto bueno. Se le conoció como “Monumento de las Nubes”. La estatua fue subida a la cúspide de El Cubilete y bendecida por el mismo Ascencio Betancourt el 11 de abril de 1942.

Pero la dimensión del cuarto monumento no llenaba las expectativas del ya casi octogenario Valverde y Téllez ni de la Iglesia Católica Mexicana, por lo que se planteó la construcción de un santuario coronado por una figura de mayores dimensiones que las anteriores. 

José Ascencio Betancourt fue nuevamente el coordinador del proyecto y, para tal efecto, fue nombrado —el 27 de febrero de 1943— capellán del recinto donde habría de construirse el quinto monumento. Desde ese momento consagró sus fuerzas a la realización del ideal de su obispo y logró la aprobación del proyecto por parte del Episcopado Mexicano el 1º de noviembre de 1943. El arzobispo de Guadalajara, José Garibi Rivera y el arzobispo de México, Luís Ma. Martínez, consiguieron el permiso del presidente Manuel Ávila Camacho para realizar la magna obra. 

El quinto monumento: consuelo de los que sufren, adoración de la gente

El 11 de diciembre de 1944, Valverde bendijo y colocó la primera piedra del quinto monumento y ese mismo día bendijo la Ermita Expiatoria, edificada en el lugar donde fue dinamitado el primer monumento, para pedir perdón por el sacrílego atentado.

El cuarto monumento había sido donado en 1943 al municipio de San Luis de la Paz, donde actualmente se encuentra.

El actual monumento a Cristo Rey en El Cubilete fue construido por dos arquitectos mexicanos: Nicolás Mariscal y Piña (autor también del cuarto monumento) y José Carlos Ituarte González (quien fue el constructor de principio a fin). 

Aspectos constructivos del más reciente monumento a Cristo Rey en El Cubilete.

El monumento tiene dos partes. Se trata de una basílica-esfera que simboliza el universo y sobre ella, de pie, la estatua de Cristo Rey con dos ángeles que le ofrecen dos coronas: la del martirio y la regia. La estatua, de estilo helénico, obra del escultor regiomontano Fidias Elizondo, simboliza la Divina Realeza de Cristo Señor del universo.

Valverde murió a los 84 años de edad, el 26 de diciembre de 1948, pero la construcción estaba muy adelantada. Correspondió al obispo Manuel Martín del Campo Padilla culminar la obra: el 11 de diciembre de 1950 bendijo la estatua a nombre de Su Santidad Pío XI, día en que se cumplían 25 años de la Encíclica Quas primas de Pío XI, por la que se estableció la festividad universal de Cristo Rey.

El 8 de diciembre de 1953, Martín del Campo bendijo el Santuario de María Reina, que se construyó debajo del santuario de Cristo Rey, bajo la dirección del arquitecto Mariscal Piña. El motivo de esa obra: “donde está el Rey no puede faltar la Reina”. 

Caminos de El Cubilete

El Santuario Nacional de Cristo Rey tiene accesos por varias zonas, especialmente serranas, pero tres son los más conocidos: la subida tradicional por Aguas Buenas, entre Silao y Guanajuato; la subida por la comunidad de Tuna Mansa, ahora por la carretera Silao-San Felipe; y la más minera de las tres: por Valenciana —al norte de la ciudad de Guanajuato—, que sale de esa comunidad minera y sigue por Santa Ana y Llanos de santa Ana, pasa cerca de Mineral de la Luz —Barrio Mágico— y luego Sangre de Cristo, para llegar a su destino.  

En los últimos años se ha pretendido construir un teleférico que vaya del Parque Bicentenario a la cúspide de la montaña. La obra ha sido dejada en el olvido. Lo que sí se hizo fue el remozamiento de santuario y estatua de Cristo Rey y la modernización de su sistema de iluminación.

Dos guerras cristeras y miles de ojos contemplan al monumento que corona a El Cubilete. Al pasar por ahí, recuerdo que ahí nomás tras lomita está mi pueblo adorado (que lo mismo puede ser León que Guanajuato).

Monumento a Cristo Rey en una toma aérea nocturna: luce más iluminado que nunca.

Nota:

La mayoría de los datos fueron tomados de Tabor Mexicano, de José de Jesús Ojeda S., ART-REL, México 1999, quinta edición, así como de información proporcionada a la Arquidiócesis de León por Antonio Ituarte Mariscal, hijo del arquitecto José Ituarte González, uno de los constructores del quinto monumento. Las fotos antiguas son del archivo de la Arquidiócesis de León.

 

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