Guanajuato es una ciudad enclavada en una cañada, al pie de una sierra que se extiende hacia el norte, pero flanqueada en los otros puntos cardinales por cerros secos. Lejos de selvas, desiertos y playas, parecería un lugar poco propicio para el estudio de especies de animales y plantas. Quién se imaginaría que a esa ciudad minera, sin verdes sembradíos ni extensos ranchos ganaderos, un hombre la haría sede de un gran Museo de Historia Natural: Alfredo Dugès.
Nacido en 1826 en la ciudad de Montpellier, en la costa sur de Francia, sus restos y los de dos de sus seres queridos reposan en el emblemático Panteón de Santa Paula, desde donde dominan el paisaje de un caserío multicolor y excelsos edificios de cantera.
Herencia de amor por la ciencia
El Dr. Antoine Luis Dugès, su padre, fue médico y naturalista docente en la Facultad de Medicina de la Universidad de Montpellier, publicó trabajos sobre anfibios y osteología y fue uno de los discípulos de Georges Cuvier, quien formó parte del grupo de investigadores que ayudó a publicar la segunda edición del libro Le regne animal distribué d’aprés son organisation, fue una inspiración directa y continua hacia la vocación zoológica que desarrollaría
Alfredo quedó huérfano a los 12 años de edad, pero su progenitor sembró en él y su hermano Eugène la semilla del amor a la medicina y al estudio de la naturaleza.
En 1846, a los 20 años de edad, Alfredo obtuvo el título de Bachiller en Ciencias y Letras, y siguiendo los pasos de su padre, se graduó como médico en la Universidad de París a los 26 años de edad, en 1852.
Se casó con Marie Louis Frey (1816-1885) en Inglaterra. Ella era ocho años mayor y no fue aceptada por la madre de Alfredo. Ésa fue una de las razones por las que, apenas terminada su carrera profesional, se mudaron a México en 1853, no sin antes haber publicado ya un artículo sobre cuestiones biológicas antes de salir de su país natal.
Ya en México, ejerció la medicina en las ciudades de Veracruz, Silao y Guadalajara, hasta que comenzó a dar clases sobre plantas y animales en Guanajuato, donde se comenzó a desarrollar como naturalista. Impartió clases de Historia natural en la Escuela de Estudios Superiores de Guanajuato (hoy Universidad de Guanajuato).
Durante su establecimiento en México, Alfredo Dugès mantuvo mucho contacto con su hermano Eugène vía postal, hasta que finalmente lo convenció para que también se mudara a México. Eugenio Dugès (1826-1895) se convirtió un famoso entomólogo en el país.
En 1869, Alfredo fue nombrado socio correspondiente de la Sociedad Mexicana de Historia Natural y fue director de su propio museo.
En 1878, gracias a sus numerosas investigaciones, Dugès recibió un premio como socio destacado de la Sociedad Mexicana de Historia Natural en un evento especial presidido por Porfirio Díaz.
El médico murió un 7 de enero de 1910 en su calidad de profesor de Historia Natural del Colegio del Estado de Guanajuato, poco antes de cumplir 84 años, debido a complicaciones por arteriosclerosis.
La herencia para México y Guanajuato
A nivel nacional e internacional es reconocido entre los naturalistas mexicanos de su tiempo por la contribución al conocimiento de gran cantidad de especies y subespecies de seres vivientes. Fue uno de los pioneros al estudiar la fauna mexicana de manera moderna y científica. Además, publicó más de 150 artículos, entre los que sobresalen los de Herpetología y otras ramas de la Zoología y de la Botánica, principalmente en la revista La Naturaleza, de la Sociedad Mexicana de Historia Natural, donde publicó un total de 85 artículos científicos.
Su enfoque como naturalista fue el estudio de la herpetofauna de México, lo que le valió el reconocimiento de “Padre de la Herpetología mexicana”. En 1896 publicó la obra Reptiles y batracios de los Estados Unidos Mexicanos, donde reunió información de 182 reptiles y 37 anfibios mexicanos. También incursionó en Mastozoología, Entomología, Ornitología, Botánica, Paleontología y otras ramas científicas del estudio de la vida.
Creó numerosas láminas de flora y fauna que quedaron a resguardo en la Universidad de Guanajuato, institución que publicó un libro con las notas zoológicas y una colección de 12 postales por el 190 aniversario del natalicio de Alfredo Dugès.
Dugès ha generado interés en muchas generaciones por el estudio de la Herpetología y biodiversidad en general de México y llegó a inspirar a personas en otros ámbitos, como el artista plástico guanajuatense Luis García Guerrero (1921-1996), quien mencionaba que las láminas que creó Dugès ejercieron gran influencia en su arte.
Familia guanajuatizada
Alfredo y Marie Louis no tuvieron hijos, pero adoptaron a las dos hijas de un amigo viudo de ellos: María Reynoso Ruiz y Luisa Reynoso Ruiz.
Dugès impartió cátedras de Botánica y Zoología a alumnos de carreras en Ingeniería de Minas, Ingeniería Geográfica, Farmacéutica y Medicina en el antiguo Colegio del Estado de Guanajuato (hoy Universidad de Guanajuato), la Escuela Normal de Guanajuato, y la Escuela de Medicina de la Ciudad de Guanajuato, además era el encargado de mantener el jardín botánico de la primera institución.
Fue querido y apreciado por su altruismo y humanismo. En su calidad de médico atendió más de mil partos durante su estancia en Guanajuato. Fue gloria del Colegio del Estado de Guanajuato y admirado a nivel nacional e internacional. Su familia se fundió con el ambiente de una ciudad con gobernantes que se asumían como liberales en un manto de torres y cúpulas con repiques que llamaban a misa.
Marie Louis murió en 1885 y Eugenio, como ya se le conocía en Guanajuato, en 1895. Los cuerpos de ambos fueron sepultados en el panteón de Santa Paula y ahí los alcanzó Alfredo el 7 de enero de 1910. No sabía que en ese año el país comenzaría a tener un nuevo cambio.
Homenaje en Guanajuato
El pasado 7 de enero, ambientalistas, universitarios, poetas, periodistas, un flautista y una soprano se congregaron en el Panteón de Santa Paula para recordar al médico naturalista francés, que vivió y murió en esta ciudad, Alfredo Dugès. El año pasado también se le recordó.
A las 11:00 de la mañana llegaron Fernando Araiza y Ramón Delgado, procedentes de León, ambos combativos ecologistas que también integran una asociación para honrar e investigar la obra de Dugès y conmemorar el aniversario 115 de su partida.
Acudieron nuevamente dos personajes destacados en la literatura guanajuatense: la cuevanense Amaranta Caballero, también artista plástica que gusta de dibujar pájaros y es admiradora del homenajeado, al igual que el también laureado y afamado poeta celayense Juan Manuel Ramírez Palomares.
Nuevamente participó el flautista Cuauhtémoc Trejo, destacado músico de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato. En esta ocasión estuvo presente la soprano Sol Waldo.
El año pasado acudió como parte de la comunidad universitaria el ensayista Carlos Ulises Mata. En esta ocasión estuvo Luis Ledesma, funcionario de la Secretaría de Educación de Guanajuato.
Les acompañaron periodistas, ambientalistas y otros artistas, quienes dirigieron palabras con motivo de la ocasión. Sol Waldo cantó un Ave María, Amaranta Caballero recitó poesía alternando con la flauta de Cuauhtémoc Trejo.
Depositaron una pequeña ofrenda floral y realizaron labores de limpieza de la tumba del naturalista.
Amaranta Caballero, antes de leer sus poemas, invocó a Marie Louis y Eugenio. Lo acababa de hacer cuando un bote chilero habilitado como aguador cayó de donde estaba colocado. Ahí estuvieron, para honrar a quien los trajo a México y los hizo ser hijos predilectos, pues —con permiso de Chavela Vargas— las y los guanajuatenses nacen donde les da su… regalada gana.