Inicio Gente al paso PITA AMOR: ICONOCLASTA DE SOBERBIA POESÍA, A 25 AÑOS DE SU PARTIDA

PITA AMOR: ICONOCLASTA DE SOBERBIA POESÍA, A 25 AÑOS DE SU PARTIDA

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Admirada por su rebeldía y talento, recordada por su belleza, a veces satirizada vía una parodia que lo mismo era calificada de genial que de grotesca e irrespetuosa; fue mujer que mantuvo su orgullo hasta el final de sus días y que se bastaba a sí misma para describirse. Era Pita Amor y así se plasmaba en la Letanía de mis defectos: “Soy vanidosa, déspota, / blasfema, soberbia, / altiva, ingrata, desdeñosa; / pero conservo aún la tez de rosa. // La lumbre del infierno a mí me quema; / es de cristal cortado mi sistema. // Soy ególatra, fría, tumultuosa, / me quiebro como frágil mariposa. / Yo misma he construido mi anatema: / soy perversa, malvada, vengativa. // Es prestada mi sangre y fugitiva, / mis pensamientos son muy taciturnos, / mis sueños de pecado son nocturnos. // Soy histérica, loca, desquiciada / ¡Pero a la eternidad ya sentenciada!”. 

Guadalupe Teresa Amor Schmidtlein nació en la Ciudad de México el 30 de mayo de 1918 y en esa misma urbe murió el 8 de mayo de 2000. Era Pita Amor, escritora y poeta irreverente e iconoclasta. Hija de Emmanuel Amor Subervielle y Carolina Schmidtlein García Teruel, fue la menor de siete hermanos. 

Antes que en la literatura, incursionó en el cine y el teatro. Fue actriz y modelo de fotógrafos y pintores destacados, entre ellos Diego Rivera, Juan Soriano y Raúl Anguiano. Fue amiga de Frida Kahlo, María Félix, Gabriela Mistral, Salvador Novo, Pablo Picasso, Juan Rulfo, Alfonso Reyes y Elena Garro, entre otros. Fue la juventud de una gran belleza, pero su vanidad no sólo era física: tenía en las letras su otra gran autoestima.

Denominada “la verdadera undécima musa”, Pita Amor incursionó en la literatura, en el cine y el teatro; por su belleza fue actriz y modelo de fotógrafos y pintores destacados. 

Su poesía aborda la soledad, el vacío y Dios. Sus textos siempre escritos en primera persona, con temas de la irreverencia y un estilo del Siglo de Oro, con Sor Juana Inés de la Cruz, Francisco de Quevedo y Luis de Góngora como influencias.

No se dejaba dominar por nadie, se imponía y no escatimaba en los placeres. A los 18 años, se convirtió en amante de José Madrazo, de 60 años, dueño de la ganadería de toros La Punta, de Aguascalientes, con quien mantuvo una larga y descarada relación que desafió a la sociedad de su tiempo.

Pita, que nunca se casó ni vivió con aquel hombre, se dedicó a ir a los cafés, restaurantes y centros nocturnos de la capital, donde entró en contacto con la élite intelectual y artística de la época: de Jaime Torres Bodet a Lola Álvaro Bravo, de Salvador Novo a Manuel González Montesinos (nieto del que fuera presidente de la República), Enrique González Martínez y Xavier Villaurrutia, quien tuvo una enorme influencia en ella.

Fue apadrinada poéticamente por Alfonso Reyes, mientras ella iba de escándalo en escándalo en romances con toreros, pintores, artistas y escritores, como promotora de la libertad intensa de las mujeres.

Sus poemarios, publicados en el segundo lustro de 1940, sorprendieron al mundo literario, aunque algunos no creyeron que ella escribiera los versos y atribuyeron su autoría a Reyes, quien replicó: “Nada de comparaciones odiosas: aquí se trata de un caso mitológico”.

Pita entonces se creyó con derecho a todo y que nadie podía rechazarla, aunque el propio O’Gorman la corrió de una fiesta en la que pretendía opacar a la diva María Félix. En 1953 llegaron sus Décimas a Dios, su poemario más celebrado. Era su época de esplendor, cuando podía declamar: “Shakespeare me llamó genial / […] García Lorca, la grandiosa / y yo me llamé la Diosa”; cuando se unía “mi belleza a mi genio” y los artistas se placían en retratarla desnuda, de Diego Rivera a Juan Soriano, de Raúl Anguiano a Cordelia Urueta.

A los 41 años tuvo un hijo, pero lo dio en custodia a su hermana mayor, Carito. Manuelito, como se llamaba, tenía un año de edad cuando murió ahogado en una pileta con agua. Fue entonces que se perdió del mundo. Fue internada en clínicas psiquiátricas. Reapareció en los setenta, como una mujer insolente y arrebatada pero diferente, que publicó cuentos y una novela, además de muchos más poemarios.

En 1974 ofreció un recital en el Ateneo Español, con poesía mexicana: Sor Juana Inés de la Cruz hasta ella misma; Salvador Díaz Mirón, Manuel José Othón, Manuel González Montesinos, Alfonso Reyes, Enrique González Martínez, Renato Leduc, Xavier Villaurrutia, Ramón López Velarde, Roberto Cabral del Hoyo. La televisión fue entonces su escaparate.

Tenía la locura de su amigo Salvador Dalí y los desplantes de María Félix, con la ecuanimidad de Ricardo Garibay y las extravagancias de Juan José Arreola. La poeta Pita Amor fue llamada “la verdadera undécima musa”.

Ya mayor, fue su costumbre de agredir a bastonazos a la gente por cualquier futileza. Entre sus víctimas estuvo Carlos Monsiváis.

Fue tía de la también escritora Elena Poniatowska y del diplomático Bernardo Sepúlveda Amor. Falleció en el año 2000, debido a un paro respiratorio ocasionado por la neumonía que le aquejaba.

La parodia

En febrero de 2002, en Telehit, canal de cable, fue estrenado “Desde Gayola”, un programa de televisión de comedia mexicano. Alcanzó una gran popularidad con sus sketches de temas como la política, religión, homosexualidad, racismo y sociedad basado en el humor negro, la sátira y la parodia. Fue creado, producido, coescrito, dirigido y coprotagonizado por el actor y presentador de televisión Horacio Villalobos. Polémico y cuestionado, el programa tuvo temporadas interrumpidas hasta que dejó de transmitirse el 31 de enero de 2013, por diferencias con la televisora debido a cuestiones publicitarias.

Entre sus sketches estuvo “El Rincón de Pita Amor”, una parodia sobre la escritora, representada por Miguel Romero. El segmento hacía referencia a los últimos años de la vida de la poetisa, donde a pesar de su fama, vivía en la pobreza y absoluta decadencia. Presentaba a una anciana insolente, grosera, arrogante y senil, que se la pasa recitando sus antiguos versos y evocando sus glorias pasadas. Era una representación tanto cuestionada como celebrada sobre la escritora, muerta al iniciar el milenio (https://www.youtube.com/watch?v=oVx0d-2GuIs).

La descripción

En el ocaso de su vida, anciana, enferma de grandeza y clasismo, casi en la miseria, dormía en hoteles y se paseaba como un fantasma por la Zona Rosa de la capital del país, con sus bastonazos a diestra y siniestra. La juventud y belleza ya no estaban y ya sólo lucía sus enormes joyas y sus vestidos de diseñador. Al final sobreviviría por su poesía: en los restaurantes ofrecía, por unos pesos, sonetos improvisados en una servilleta. Perdió amistades y familia, y algunos la llamaban la “abuelita de Batman”. Un texto que circula en internet y del que no logré certificar la autoría, señala lo siguiente:

Caminaba encorvada con la ayuda de su bastón por las calles de la zona rosa, vestía con ropas lujosas pero muy antiguas, iba maquillada de manera exagerada, intentando darle lozanía a ese rostro marchitado por el tiempo; llevaba en el cabello flores, grandes flores de tela deslucidas, y una enorme bolsa donde cargaba su vida. 

Los transeúntes que no la conocían la veían con asombro, algunos con desprecio, otros simplemente no la veían, pasaban de largo mientras tapaban su nariz tratando de evitar el olor a orines que emanaba la mujer. 

En cambio, los que la conocían la veían con admiración, le pedían un autógrafo o la saludaban con cariño, ella no les hacía caso; seguía su camino con su paso lento, mirando con altivez a esos humanos desconocidos que se atrevían dirigirle la palabra, sin que ella se los permitiera. 

Entrada la tarde cuando el cuerpo le pedía de comer, la mujer de vez en cuando entraba a un restaurante lujoso y le ordenaba al mesero algún platillo acompañado del mejor vino; si el mesero se negaba a complacer su petición, armaba un enorme escándalo maldiciendo con un vocabulario fino al dueño del restaurante a su progenitora y a su familia completa y salía del restaurante destrozando con su bastón todo a su paso. Pero no todos los restaurantes le negaban la entrada, había algunos que la dejaban comer y la atendían como lo que era una: ¡gran dama! Y entonces comía, comía despacio degustando cada bocado, tomando delicadamente la copa de vino para llevarla a sus labios pintados de rojo. Si estaba de buen humor, sonreía a los comensales levantando la ceja coquetamente y hasta brindaba con ellos; al terminar su comida tomaba su vieja bolsa llena de papeles y plumas, le sonreía al mesero y salía del restaurante despacio apoyada en su bastón y sin pagar la cuenta.

Estaba cansada, pero tenía que vender sus poemas así que entraba a un café y empezaba a sonreír a los clientes, preguntándoles: ¿A ustedes les gusta la poesía?  

Si la respuesta era afirmativa, ella les ofrecía una hoja de papel que tenía un pequeño poema escrito con su puño y letra por unos cuantos pesos. Pero si la respuesta era negativa, la sonriente mujer se volvía una fiera, y les respondía: “¡qué vas a saber de poesía una gata como tú, si a leguas se ve que eres una iletrada analfabeta!” y salía del café caminado furiosa ante el asombro de todos, para seguir caminando por esas calles de Dios. Cuando tenía ganas de orinar, lo hacía en una de las tantas jardineras que había en la zona rosa, y seguía su camino.

Quien la vio, jamás se imaginó que en su juventud esa anciana fue una de las mujeres más bellas de México, hija de un hacendado, musa de pintores, amante de los hombres más adinerados de México, nada más y nada menos que “la undécima musa”, la poetisa, la única Pita Amor. (https://www.youtube.com/watch?v=n_R5QSrJIX4).

Admirada por su rebeldía y talento, recordada por su belleza, Pita Amor fue una mujer que mantuvo su orgullo hasta el final de sus días.

Obra

Yo soy mi casa (1946), dedicado a su gran amiga la también poeta Gabriela Mistral; Puerta obstinada (1947); Círculo de angustia (1948); Polvo (1949); Décimas a Dios (1953), Fondo de Cultura Económica, colección Tezontle; Otro libro de amor (1955); Sirviéndole a Dios de hoguera (1958), Dedicado a José Madrazo, Fondo de Cultura Económica, colección Tezontle; Todos los siglos del mundo (1959), Editorial Grijalbo; Como Reina de Baraja (1966), Editorial Fournier; Fuga de Negras (1966), Dedicado a Carolina Amor de Fournier, Dolores Puche, Dr. José Puche, Antonio Peláez y a Enrique de Rivas, Editorial Fournier; El Zoológico de Pita Amor (1975), Dedicado a Rodolfo Chávez Parra, Editorial V Siglos; Las amargas lágrimas de Beatriz Sheridan (1981), Editorial Katún; A mí me ha dado en escribir sonetos… (1981), Editorial Katún; Letanías (1983), Dedicado a don José Amor de Ferreira, Editorial Domés; 48 Veces Pita (1983), Editorial Posada; La Jungla (1984), Dedicado a Carolina Amor de Fournier, Galería de Arte Misrachi; Soy dueña del Universo (1984); Mis crímenes (1986), Dedicado a Henri Donnadieu, FEM; y Liras (1990), Dedicado a Martha Reyes Espíndola, Edición de Autor.

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