viernes, septiembre 20, 2024
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HISPANOAMÉRICA PUSO LETRAS A SOBRE LAS OLAS

Obra emblemática de Juventino Rosas, admirada en todo el mundo.

Han abierto las compuertas de la Presa de la Olla y fluye la cascada que suelta una brisa con olor a tierra enlamada. El sonido del agua sobre la centenaria estructura de la cortina se mezcla con la melodía de Sobre las olas, obra del santacrucense Juventino Rosas, interpretada por la Banda de Música del Estado.

La pieza que originalmente, según algunos biógrafos, se llamaba A la orilla del arroyo o Junto al manantial, se ha convertido en himno de la fiesta de Apertura, en la ciudad de Guanajuato, y en uno de los símbolos nacionales e internacionales de un estado que presume a un compositor que murió en la flor de su juventud y legó una obra admirada en el mundo, a la que en México y otros países de habla hispana, le agregaron poesía escrita a la poesía musical.

En 1885, Juventino Rosas (1868-1894) escribió el vals con el que pasó a la historia de la música de concierto mexicana. No fue su única composición, pero sí la que más ha trascendido. Fue autor de casi 100 obras, que escribió en los seis o siete años que dedicó a la composición. Impresionante para ser músico autodidacta. Le editaron 34 piezas: valses, mazurcas, chotises, polcas, danzas y un danzón. Y 29 no fueron editadas: valses, mazurcas, polcas, danzas, romanza y ópera-inconclusa. Así: 34+29= 63, pero son casi 40 que no se editaron y se ignoran sus títulos; compuso piezas de música desde 1883 ―viviendo aún con su familia―, de 15 años de edad como adolescente; y creó hasta 1894 en Cuba, antes de morir. Once años como compositor, según lo escrito por Víctor Manuel García Flores, cronista de Santa Cruz de Juventino Rosas y considerado el más amplio conocedor y biógrafo del músico:

Así lo describe: 

“Juventino Rosas compuso su obra más famosa en el mundo, en un bosquecito y el arroyo de Santa María Cuautepec, como Junto al Manantial, pero la cambió con un nombre más sonoro del mar, de acuerdo a la grandeza de ese vals, como Sobre las olas, que llegó a ser… inmortal”.

Fotografía de entre las más conocidas del compositor Juventino Rosas.

El compositor tenía en ese momento 17 años de edad. El cronista considera que es probable que Juventino se haya enamorado de la hermosa Mariana Carbajal, hermana de su amigo Fidencio, que vivía en la misma casa en donde habitaba el compositor con la familia Carbajal. Añade: “un día, la acompañó y la vio lavando la ropa en el arroyo a un lado del bosque y la inspiración lo llevó a sentarse en una piedra y componer con el violín y escribir en hojas el vals, al que originalmente pensó llamar como Mariana, o A la orilla del arroyo o Junto al arroyo, decidiéndose finalmente por el nombre de Junto al manantial, que fue como la tocaban en su pequeña orquesta popular durante meses. Pero no duró mucho tiempo el amor de Mariana y Juventino”.

El también abogado señala que en 1886, el militar compositor y pianista Miguel Ríos Toledano, maestro de Juventino, le hizo al vals los arreglos para piano. Lo convenció para que tuviera un nombre más sonoro del mar, de acuerdo a la grandeza del vals. Le propuso y su nombre definitivo fue Sobre las olas.

En dos años, el vals se popularizó en México. El gobierno federal pidió que Juventino Rosas tocara la pieza en violín, acompañado de orquesta de cámara, enfrente del presidente de la República, Porfirio Díaz Mori, el 5 de mayo de 1887, que se organizó un festival en el Teatro Nacional por conmemorar el 25° Aniversario de la Batalla de Puebla, relata el cronista.

El 7 de febrero de 1888, señala el historiador, Juventino Rosas Cadenas vendió los derechos de su famoso vals a la Casa Editora A. Wagner & Levien, “empresa que llevó a Sobre las olas y a su compositor a consagración y reconocimientos en el mundo”.

Durante su vida y luego al morir Juventino Rosas Cadenas en 1894, el vals se popularizó por el mundo. El tema llegó al cine y el vals es uno de los emblemas musicales del estado, junto con “Camino de Guanajuato”

Rosas dio un sabroso toque mexicano al incorporar a las diversas formas europeas con las que se basó para su creación con giros melódicos, armónicos y rítmicos surgidos de la música popular. Sobre las olas se convirtió en hit parade mundial. En su traducción alemana, “Über den Wellen”, el vals de Rosas se hizo famoso en ese país al ser tocado durante un baile de la corte al que asistió el kaiser Guillermo II. El vals se dio a conocer por toda Europa, muchas veces sin el crédito de su autor, por lo que en muchos sitios ha causado sorpresa la información de que lo compuso un mexicano.

Portada de la partitura de Sobre las olas, impresa por la Casa Editora A. Wagner & Levien.

Música y letra

En términos melódicos y en relación con el resto de los valses de Juventino Rosas, Sobre las olas es el más sencillo. En su sentido rítmico, también es sencillo, ya que Rosas empleó “[…] solamente las figuras más sencillas del vals: la blanca con punto, la blanca y la negra”, afirma Helmut Brenner, Helmut en “La obra de Juventino Rosas: Un acercamiento musicológico”. Latin American Music Review / Revista de Música Latinoamericana (1995)

El cine (1933 y 1950) llevó a la difusión de una versión del vals con letra en México. García Flores precisa: “Juventino Rosas, no escribió ninguna letra de Sobre las Olas, y ninguna más”. Y agrega: 

“Regino Boti, famoso poeta cubano en el siglo XX, en 1894 conoció en una cantina a Juventino Rosas, en Guantánamo, siendo un joven cantinero. En esa cantina, el mesero-poeta y otra persona crearon las letras de Sobre las olas, enfrente de Juventino Rosas. Pero hasta la década de los treinta del siglo XX, la compartió en un artículo de él, pero no es muy famosa esa letra. Han creado otras tres o cuatro letras de Sobre las olas, pero la más famosa es la que canta Pedro Infante”. 

Si bien la pieza fue grabada en 1945, existe una partitura de 1892, firmada por una persona identificada como R. G. Guerrero. Esa versión está dedicada a Nellie Labatt, quien falleció en el huracán que destruyó Galveston, Texas en 1900. 

Esta misma letra fue grabada por el cantante mexicano Juan Arvizu para discos RCA Victor en 1930. En las etiquetas de los discos mencionados no aparece el autor de la letra. He aquí el texto de Guerrero:

En la inmensidad de las olas flotando te vi.

Y al irte a salvar, por tu vida la vida perdí.

Tu dulce visión en mi alma indeleble grabó

la tierna pasión que la dicha

y la paz me robó.

Si el eco de mi dolor

tu refugio llegare a turbar

te seguirá mi amor,

no te niegues su pena escuchar,

que el viento te llevará

los gemidos de mi corazón

y siempre repetirá

los acentos de mi canción.

La tempestad en su furia con el mar

y del relámpago el rudo fragor

sólo podrán débilmente calmar

la tempestad que hay aquí por tu amor.

Por doquiera que voy

tu recuerdo es mi guía,

en la noche es mi faro, es mi sol en el día,

mis suspiros, mi aliento, mi acerbo dolor,

mi doliente quebranto es por ti,

por tu amor.

Con mi gemido te envío el corazón

y con mis sollozos te mando mi fe,

más no, no quiero de ti compasión,

yo quiero amor o por él perecer.

Dos imágenes de Juventino Rosas con la portada en español de la partitura de su afamado vals. 

Le siguieron otras adiciones de letras. En México, entre 1909 y 1911, hay dos versiones líricas diferentes en las hojas volantes editadas por Antonio Vanegas Arroyo, como parte de su serie El cancionero popular. La de 1909 dice así:

Soy un marinero

que nací en el centro del mar

y sobre las olas mi destino

ha sido el navegar

hasta no encontrar

á la joven que debo adorar,

porque por ella me encuentro

sobre de las olas inmensas del mar.

Los buques están preparados.

Vámonos todos a embarcar,

Porque el capitán de marina

Ya nos lleva á navegar;

Marinero, ponga cuidado,

Que el barco no vaya á naufragar.

Ya se ve que se encuentran muy fuertes

Las olas sobre de la Mar.

Si me paseo en las playas del mar,

eres la hermosa sirena que canta en el mar,

que con tus cantos me haces llorar

porque eres pura sin igual.

Recordando yo aquí yo me siento á pensar

en la hermosa sirena que canta el mar.

Con sus bellos cantares me hacía suspirar:

¡ay!, sirena de mi alma, te quiero abrazar

Existe otra versión, publicada por Vanegas en 1911, que comienza así:

Cuando yo crucé

las inmensas olas del mar,

y por ti anhelé

del marino la gloria alcanzar.

Sobre las quietas olas,

olvidando del mar el furor,

¡ay! qué bellas horas

me paseaba pensando en tu amor.

Esto pasó en México, pero en España y Chile la admiración por el vals llevó a otros escritores a agregarle letra. He aquí la versión más popular en esas naciones:

Olas que al llegar

plañideras, muriendo a mis pies,

nuevas del bogar

para cada viajero traéis.

Si no me decís

que hay un ángel que aguarda el bajel,

mi cuerpo infeliz

para siempre en la arena envolved.

Fiero el destino me hirió

Y buscando un alivio al pesar,

mi alma angustiada cruzó

los abismos profundos del mar.

Y al comprender que ni así

a esa ingrata consigo olvidar,

qué he de hacer, ¡Ay de mí…!

Horas tristes… ¡Llorar… llorar!

Soplo embriagador

que fingiendo palabras de miel,

me hablas de un amor

que ha de serme funesto después.

Si me has de decir

lo que el alma no puede escuchar,

déjame morir

en las olas del rudo huracán.

Como la espuma que el viento formó

tuvo mi alma su blanca ilusión,

y el mismo viento, con furia después

tronchó las galas del níveo joyel.

la triste agonía mató mi pesar

la noche sombría a las nubes, ¡Horror!,

El alma se alivia al ver que en su afán

ni goza en la tierra ni olvida en el mar.

Pobre suspiro que envío al pesar

parte en las olas del fiero huracán,

Y adonde vive quien causa mi mal

decidle que aun muerto las olas llorando están.

Juventino Rosas nació un 25 de enero de 1868 y murió el 9 de julio de 1894. Poco se le recordó en sus respectivos aniversarios, pero se le evocó en la apertura de la Presa de la Olla. Como el Cid Campeador, sigue triunfal e inmortal con Sobre las olas después de su partida.

Federico Velio Ortega
Federico Velio Ortega
Periodista, maestro en Investigador Histórica, amante de la lectura, la escritura y el café. Literato por circunstancia y barista por pasión (y también al revés)
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