sábado, noviembre 23, 2024
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CALLEJÓN DEL BESO: LA LEYENDA CREADA PARA EL TURISMO

“Ésta es la historia de amor entre doña Ana [aunque el relator de la semana pasada dijo que era doña Carmen], una señorita de familia acaudalada. Era una joven muy hermosa, a quien le gustaba asomarse al balcón por las noches para poder observar la luna y las estrellas”. 

“En la casa vecina, a sólo 65 centímetros de distancia entre balcón y balcón, estaba una pequeña habitación que ocupaba Carlos [en la otra historia se llama Luis], un joven humilde y sencillo que trabajaba en la mina La Valenciana, y quien estaba enamorado de Ana. Él también disfrutaba de la noche aunada a la belleza de la joven española. Ella lo miró, él la miró, ambos se miraron y se enamoraron”.

“Debido a lo estrecho del callejón, podían tocarse uno al otro con tan sólo estirar un poco sus brazos. Aprovechaban esa cercanía para darse unos ósculos [“besos”, para los que no tienen diccionario] sin que el padre de la chica los descubriera, pues Don Emiliano era un hombre de armas que jamás permitiría que su hija siquiera conversara con alguien que no fuera de su misma clase social”.

“El papá de la muchacha dijo que si seguía la relación, la iba a matar. Al día siguiente, Don Emiliano vio que su hija de nueva cuenta se estaba besando con el minero. Entró a la habitación empuñando una daga afilada y mató a su hija. Carlos, asustado y sin poder hacer nada, salió corriendo de la casa de enfrente para no volver jamás”.

El otro guía dice que Carmen fue despedida con el último beso de amor de su amado. 

Escenario de una leyenda, el Callejón del Beso es infaltable en la visita a Guanajuato capital.

Como quiera que haya sido, la leyenda del Callejón del Beso sitúa la historia en la época colonial. Una vez enjugadas las lágrimas, se continúa con el relato del guía de turistas. Se le escucha —mientras sostiene en una mano su guacamaya, y en la otra a una flor roja para regalar a la que se digne recibirla—: “Por eso, toda pareja que visite este callejón, deberá darse un beso en el tercer escalón de la escalera de paso entre las dos fincas. De no hacerlo, serán siete años de mala suerte; de lo contrario, serán siete de amor y felicidad”.

La Leyenda del Callejón del Beso es parte de uno de los momentos de mayor atracción (y rentabilidad) turística en la ciudad de Guanajuato. El beso en el tercer escalón era parte del romanticismo guanajuatense, hasta que a alguien se le ocurrió que tenía que ser más vivencial y decidieron entrar a las casas y que el beso fuera de balcón a balcón.

Por 50 pesos de entrada por persona, más 100 pesos de la foto, ya impresa, se puede tener un testimonio de amor que durará al menos 7 años.

La tradición dice que sólo se besaban; tampoco aclara si el beso era sólo de piquito. Le falta realismo, pues. Y si la leyenda tiene sus imprecisiones, el lugar tiene las propias:

Gráficas tradicionales muestran a la pareja: el varón en la casa de lado izquierdo y la chica en el derecho. Ahora dicen que la de la izquierda es la de Ana y la de la derecha de don Carlos.

Fotos de finales del siglo XIX y principio del siglo XX muestran que la casa del lado derecho tenía una terraza llena de macetas. No existía balcón alguno. Éste fue construido, acorde con otras fotografías, hasta la década de los 50 del siglo pasado. Con el correr de los años los propietarios de las fincas las mejoraron y los gobiernos municipales remodelaron la zona.

Imágenes de otro tiempo en contraste con la versión más actual del afamado callejón.

Anexo

Algunos tipos de besos, según los guías de turistas:

Beso del turista: agarrándose las petacas

Del estropajo: uno arriba y otro abajo

Del monaguillo: hasta tocar la campanilla

Del tiburón: comiéndose los pescaditos

Del Pípila: cargando a la suegra

Del torero: con oreja y rabo

Del columpio: con la babita colgando

De la caja fuerte: dos a la izquierda, dos a la derecha

Del árabe: saliva va, saliva viene y con la lengua te entretienes

Del pajarito: de piquito en piquito

Del músico: de trompa en trompa

Del mexicano: hasta amanecer y con todo y gallo

Federico Velio Ortega
Federico Velio Ortega
Periodista, maestro en Investigador Histórica, amante de la lectura, la escritura y el café. Literato por circunstancia y barista por pasión (y también al revés)
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