viernes, noviembre 22, 2024
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LA CIUDAD DE LOS PALACIOS QUE OBSERVÓ EL VIAJERO INGLÉS CHARLES LA TROBE

La capital de la República Mexicana (CDMX) es conocida mundialmente como “La Ciudad de los Palacios”, calificativo no gratuito, más bien muy merecido y comprobable si el peatón curioso recorre sus calles y observa con interés los majestuosos inmuebles que la habitan, de manera particular en el perímetro del Centro Histórico.

Ese honroso título, mal atribuido al preclaro viajero alemán Alexander von Humboldt (1769-1859), en realidad lo concibió y escribió otro viajero célebre, el inglés Charles La Trobe (1801-1875), en la página 84 de la primera edición de The Rambler in México (El excursionista en México), espléndido libro que publicó tras conocer este país en el siglo XIX.

Los palacios de México, concretamente de su capital, están a la vista. A diestra y siniestra se pueden admirar si tan sólo se observa con detenimiento y ligeramente hacia arriba. Están desde la avenida Anillo de Circunvalación hasta el Eje Central “Lázaro Cárdenas”, de Oriente a Poniente, y de Fray Servando Teresa de Mier al Eje 1 Norte, de Sur a Norte.

Imágenes nocturnas de los Palacios de Bellas Artes y de Iturbide (Fotografías de Juan Carlos Castellanos).

De acuerdo con el diccionario, un castillo es una fortaleza levantada para la defensa, y un palacio es una construcción planeada para vivir ahí con todo tipo de lujos; el Castillo de Chapultepec encaja en ambas definiciones. Construido entre 1778 y 1788 sobre casi 12 hectáreas del cerro de Chapultepec, es el único castillo monárquico en América Latina.

De estilo barroco y neoclásico, en 1840 fue sede del Heroico Colegio Militar, y en 1847 fue el último bastión para defender al país de los norteamericanos invasores. Luego fue casa de los emperadores Maximiliano y Carlota, y de los presidentes Sebastián Lerdo de Tejada, Porfirio Díaz, Francisco I. Madero, Venustiano Carranza y Plutarco Elías Calles.

Ubicado en la Primera Sección del Bosque de Chapultepec, actualmente cobija al Museo Nacional de Historia en el que se pueden apreciar muebles y diversos objetos que llevan al espectador al México que ya no es. Cuenta con un mirador desde el cual se aprecia gran parte de la CDMX y es uno de los símbolos más famosos de todo México.

Situado a un costado de la Alameda Central, el Palacio de Bellas Artes es el recinto más importante del país si se habla de arte y cultura. Abrió sus puertas en 1934 y en su escenario ha ofrecido expresiones de música, danza, teatro y ópera. En otras áreas del inmueble, existen salas de conferencias, presentaciones editoriales y zona de murales.

Sin embargo, no solamente se exhiben permanentemente obras monumentales de Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros y de manera temporal de otros creadores. El Palacio de Bellas Artes también ha sido foro para actos políticos, sociales y luctuosos. Cuenta con una tienda y una librería donde se puede adquirir todo tipo de artículos del arte nacional.

A unos pasos de ahí, en la esquina del Eje Central y Tacuba, se levanta el Palacio Postal. Su construcción inició en 1902 y fue inaugurado el 17 de febrero de 1907 como una más de las obras de oropel del Porfiriato. Es casa del Servicio Postal Mexicano y cuenta con una biblioteca de ocho mil volúmenes de libros y revistas que cuentan su historia.

En su torre principal ostenta un reloj monumental de seis campanas, hecho en Alemania y ensamblado en México. A toda hora se ven personas comprando estampillas para enviar cartas, muchas de ellas escritas todavía a mano. Y en temporada decembrina, se abre un buzón especial para los niños que escriben cartas a Santa Claus y a los Santos Reyes.

Sin caminar más de 20 pasos, está el Palacio de Minería que fue construido para albergar al Real Seminario de Minería y Real Tribunal de Minería. Con el inexorable paso del tiempo se habilitó como Escuela de Ingenieros, Colegio de Minas e Instituto de Física y otras instituciones de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).  

Los imponentes edificios del Palacio de Minería y del Palacio Postal (Fotografías de Juan Carlos Castellanos).

A lo largo de sus más de 200 años de historia, este edificio diseñado especialmente para estudiar la minería, principal actividad económica de la Nueva España y una de las más importantes fuentes de riqueza del Imperio Español, ha evolucionado hasta llegar a ser un recinto de arte y cultura, sede de una de las ferias internacionales del libro más destacadas.

Sobre la calle de Madero se encuentra el Palacio de Iturbide, y tiene la particularidad de haber sido la única residencia palaciega de cuatro niveles que se construyó durante la Época Virreinal. Una vez terminada la guerra de Independencia en 1821 fue ocupado por Agustín de Iturbide, quien fue proclamado emperador en uno de sus balcones en 1822.

En el siglo XIX fue el Hotel Iturbide y desde 1972 es un centro cultural administrado por una institución bancaria, donde se presentan exposiciones de talla internacional sobre todo ponderando el arte y creatividad del genio mexicano, de manera particular el arte popular. Ese banco posee una impresionante colección de arte mexicano que exhibe orgulloso.

El Palacio Nacional, por su parte, es considerado el más antiguo de la capital mexicana. Fue construido en 1522 para ser la residencia de Hernán Cortés, luego sirvió de Palacio Virreinal, Palacio Imperial, y a la fecha es la sede del Poder Ejecutivo Federal y casa del presidente de la República Mexicana. Es de cantera sobre 40 mil metros cuadrados.

Se erige sobre una buena parte de lo que fue el palacio del Huey Tlatoani Moctezuma Xocoyotzin y hoy luce hermosos espacios, patios y fuentes. Es el edificio más grande de cuantos rodean la Plaza de la Constitución y uno de los conjuntos arquitectónicos de mayores dimensiones del país. Si se visita, vale la pena ver los murales de Diego Rivera.

A un costado del anterior está el Palacio del Ayuntamiento, hermoso inmueble que es a la vez museo y oficina del Jefe de Gobierno de la Ciudad de México. Su construcción fue ordenada por Hernán Cortés en cuanto se inició la reconstrucción de la ciudad en 1522. Se construyó con las piedras de los templos mexicas que previamente fueron destruidos.

El magnífico y emblemático Palacio Nacional (Fotografías de Juan Carlos Castellanos).

Porfirio Díaz mandó reconstruir ese inmueble luego de que había sufrido incendios por parte de los indígenas que protestaban por el elevado precio del maíz y le agregó un piso a los dos que ya tenía. En 1929, luego de ser sede del ayuntamiento y palacio municipal, se convirtió en sede del gobierno del Distrito Federal; en 1934 se le agregó el cuarto piso.

Aunque del inmueble original nada más se conservan los cimientos y algunos muros, el Salón de Cabildos es hasta la fecha un hermoso espacio donde tienen lugar eventos de gran envergadura y por otro lado, posee una biblioteca que ofrece al lector un enorme acervo de libros y documentos que narran el devenir de la hoy Ciudad de México.

Y la lista parece interminable. El Palacio de Cristal, hoy Museo Universitario del Chopo especializado en artes plásticas y visuales; el Palacio de la Escuela de Medicina, antigua sede de la Inquisición en México; el Palacio de Lecumberri, que durante 76 años fue penitenciaría y hoy Archivo General de la Nación, son ejemplos del acervo inmueble de la maravillosa “Ciudad de los Palacios”.

Juan Carlos Castellanos
Juan Carlos Castellanos
Juan Carlos Castellanos C., es periodista con más de 40 años de experiencia en temas culturales. Entre otros muchos, ha merecido el Premio Internacional de Periodismo “Ludwig Von Mises” de las Naciones Unidas y su labor como reportero ha sido antologada en diversos libros y revistas.
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