lunes, mayo 20, 2024
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LAS POQUIANCHIS EN LA FANTASÍA LITERARIA DE JORGE IBARGÜENGOITIA.

Jorge Ibargüengoitia aclaró a los lectores de Las muertas, segunda de sus cuatro novelas donde hizo del Bajío su fantasía literaria: “Algunos de los acontecimientos que aquí se narran son reales. Todos los personajes son imaginarios”.

Ahora que Netflix anunció que rodará en el estado de Guanajuato escenas de su serie sobre Las Poquianchis, es menester recordar cómo el escritor retomó esa historia para convertirla en una obra que conjunta novela y reportaje, un gran ejemplo de nota roja literaria.

Las Baladro

En 1964, Jorge Ibargüengoitia acudió a La Habana a recibir el Premio de Casa de las Américas al ganar un concurso literario con Relámpagos de agosto, versión novelada de su obra teatral El Atentado.

El escritor vivía con su madre en Coyoacán, pero la familia tenía un rancho en lo que quedaba de la exhacienda de San Roque, ubicada al sur de Irapuato. Así que de regreso de Cuba retornó a la finca, en donde supo del caso de Las Poquianchis: madrotas que explotaban, asesinaban o dejaban morir a jóvenes mujeres que prostituían.

Las Poquianchis y sus mujeres explotadas, en una fotografía que era parte del expediente en poder del Lic. Villaseñor. En segundo término la casa donde estuvo el burdel de Las Poquianchis en Pedrones (León).

En 1965, Jorge fue a San Miguel de Allende a buscar libros que necesitaba para dar clases de literatura y ahí conoció a Joy Laville e inició una relación de amistad que les llevaría al noviazgo y luego al matrimonio.

Regresó a Coyoacán para continuar con sus colaboraciones periodísticas y hacer su siguiente novela. En 1974 publicó la emblemática novela Estas ruinas que ves, fruto de sus vivencias de cuando había estado en la ciudad de Guanajuato, a donde llegaba a hospedarse en la casa de Manuel de Ezcurdia, ubicada en la calle de Tragacanto (Cantarranas), donde hoy está el Museo de la Universidad de Guanajuato. También iba a su casa natal, localizada frente a la Atalaya de la Presa de los Tepozanes (de la Olla), en donde platicaba largas horas con la poetisa Margarita Villaseñor (veían el Mar de la Presa).

Tras el éxito de Estas ruinas que ves, con la que ganó el Premio México de Literatura en 1975, el escritor retomó el apasionante y truculento caso de las Poquianchis. En el capítulo 5 de la obra narra que “El Sol de Abajo” (El Sol de León) cabecea en su portada un macabro hallazgo para describir los crímenes que unas llamadas hermanas Baladro cometieron en Rinconada. Se refería a Las Poquianchis y a los cuerpos de mujeres encontrados en una finca de las lenonas ubicada en San Francisco del Rincón. Sería el antecedente literario para Las muertas.

En 1976 fue filmada la película Las Poquianchis. Dirigida por Felipe Cazals con un guion de Tomás Pérez Turrent, con el apoyo en la adaptación de Xavier Robles y un extraordinario elenco: Diana Bracho, María Rojo, Manuel Ojeda, Gonzalo Vega, Tina Romero, Ana Ofelia Murguía, Patricia Reyes Spíndola y Salvador Sánchez. La tentación estaba puesta en la mesa para Ibargüengoitia.

Resulta que Jorge era amigo también del abogado Jesús Villaseñor Ayala —padre de Margarita—, quien luego sería presidente del Supremo Tribunal de Justicia del Estado. Era el juez que tenía en su poder el expediente de Las Poquianchis. Eso permitió al escritor conocer a fondo la trama de esos hechos y decidió reconstruir la historia a su manera: hacer de la nota roja un relato de ironía sin que se convirtiera en humor negro.

Las muertas (1977) se constituyó en un gran reportaje, escrito con estilo periodístico y narrado con el humor generado por renombrar lugares y personajes de una trama que es convertida en fantasía realista. Ibargüengoitia ofrece en esa obra un paisaje regional de ficción literaria. Si bien se basa en hechos y personajes reales, no es una transcripción de hechos: es una ficción con coincidencias con la realidad.

Las tenebrosas hermanas González Valenzuela se convirtieron en “Serafina” y “Arcángela”, cual sarcasmo que se ubica en el más inusitado humor negro.

Las víctimas Carmen, Delfina, Eva y María de Jesús son los nombres ficticios de los plasmados en el expediente que el licenciado Villaseñor proporcionara al escritor. Aparecen el capitán Bedoya (basado en Hermenegildo Zúñiga Maldonado, conocido como el capitán Águila Negra), un ex militar asesino. El afamado jefe de grupo de la Policía Judicial, Miguel Mota, es en la novela el inspector Teódulo Cueto. El gobernador Cabañas es el émulo literario de Juan José Torres Landa.  

Si el propósito es identificar a cada personaje de Las muertas con los protagonistas reales de la historia, recomiendo ver la gráfica publicada en las páginas 184 y 185 de la obra (edición de la SEP y Joaquín Mortiz).

Fantasía geográfica

En la parte geográfica, Jorge retrata a Pedrones (León) y Rinconada (los pueblos del Rincón) y su entorno regional. El vecino estado de Jalisco se convierte en Mezcala con su propia geografía: San Pedro de las Corrientes (Lagos de Moreno), Salto de Tuxpana (el Salto), San Juan del Camino (San Juan de los Lagos), Jaloste (Jalostotitlán), Aquisgrán el Alto (San Miguel el Alto), Jalcingo (Tepatitlán) y Concepción de Ruiz (Encarnación de Díaz), entre otras.

Casa de Las Poquianchis en Salto de la Tuxpana (El Salto, Jalisco) y portada de la revista “Alarma!” que a su manera dio cuenta del hecho.

En la vida real, una de las cantinas de las Poquianchis abiertas en León se llamó “La Barca de Oro” y estuvo en la esquina de las calles Bolivia y Sonora, en la colonia Obrera. En la novela el lugar se ubica en calle del Molino, en Pedrones. El autor refiere a otras rúas pedronenses: Gómez Farías, de la Soledad y 5 de Mayo, la cual coincide con la calle real porque en la novela es desde donde se ve un desfile militar: en León los desfiles suelen hacerse por calle Madero y cruza con la 5 de Mayo.

En esta obra aparece el pueblo playero de Ticomán (Ticomán, Colima), que luego es mencionado en Dos crímenes (1979). Es la dinámica de la obra de Jorge: Cuévano, Sarita y Paco Aldebarán habían aparecido en obras anteriores a Estas ruinas que ves. Es el mundo literario ibargüengoitiano.

La historia de Las Poquianchis se ha constituido en un clásico histórico de la nota roja y, en su momento, fue un tema que despertó interés diverso: desde la gloria del amarillismo de la tristemente célebre revista Alarma! hasta la película dirigida por Felipe Cazals, es un tema de permanente atractivo, sea por morbo, por su “trascendencia histórica” o por “inquietud sociológica”. Habrá que conocer cuál es la oferta narrativa y expositiva de Netflix. 

Federico Velio Ortega
Federico Velio Ortega
Periodista, maestro en Investigador Histórica, amante de la lectura, la escritura y el café. Literato por circunstancia y barista por pasión (y también al revés)
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