viernes, noviembre 22, 2024
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CUANDO UN SUEÑO DE NIÑEZ SE CONVIERTE EN VOCACIÓN

Charla con Iztayul Zamudio, comandante de bomberos voluntarios de Guanajuato

A  Rafael Iztayul Zamudio Hernández se le cumplió el sueño infantil de ser bombero. Está por cumplir 28 años en esa vocación que asume ahora como comandante del Sistema Municipal de Bomberos (SIMUB) de Guanajuato, organismo que en su mayoría está integrado por voluntarios.

Se define como ingeniero de profesión y bombero por convicción. Estudió ingeniería ambiental y estuvo en California, donde terminó de formarse como bombero. Tiene más de 30 certificaciones internacionales y estuvo trabajando en Fort Smith, en Arkansas.

Ahora labora por las mañanas en el área de seguridad e higiene de la Universidad de Guanajuato, donde también estudió ingeniería, pero por las tardes es el comandante de uno de los dos grupos de bomberos que operan en el municipio. SIMUB, al tener su cuartel atrás del auditorio de la Yerbabuena, le corresponde principalmente la zona sur.

A Iztayul Zamudio, ingeniero ambiental de profesión, se le cumplió el sueño infantil de ser bombero, forjado como tal en California.

En México, afirma, el 90 por ciento de los cuerpos de bomberos son voluntarios. Y tiene una explicación:

—Es algo con lo que se nace, es una vocación, necesidad de servicio.

En su caso, la vocación fue sentida desde su niñez:

—Había una atracción hacia el fuego —rememora—, una piromanía —bromea—; de ahí surgió la necesidad de combatir al fuego y de salvar vidas. 

Se preparó para su profesión, pero el sueño de ser bombero lo llevó al voluntariado y, al lograrlo, enfrentar una realidad:

En México no existe la figura jurídica del bombero. Cuando no son voluntarios, se les tiene registrados como policías o, en el mejor de los casos, como elementos de rescate de direcciones de Protección Civil. Pocas ciudades tienen bomberos profesionales.

A lo anterior se agrega que el equipamiento disponible no es el óptimo y la realidad sacude al romanticismo:

—Estando aquí cambia la percepción de ser bombero debido a las condiciones precarias de instalaciones y equipamiento.

El comandante Iztayul Zamudio tiene por cierto que “el fuego y las emergencias no van a distinguir entre quien lo hace por mera vocación o lo hace como profesional”.

Sin embargo, eso no lo ha limitado. Ya fue bombero profesional y ese espíritu de responsabilidad se mantiene. Por eso afirma: “el ser bombero voluntario no impide ser bombero profesional; la única diferencia es no recibir un salario”. Abunda: “el fuego y las emergencias no van a distinguir entre quien lo hace por mera vocación o lo hace como profesional”. 

Y ése es el reto: ser bomberos con calidad profesional. Así lo ha desarrollado en sus casi 28 años de dedicarse a ser bombero.

—¿Qué momentos de tu vida como bombero han sido especiales para ti? —se le inquiere.

—Recuerdo el caso de un neonato con 7 días de nacido, en Estados Unidos, que junto con otros rescatistas hicimos todo para revivirlo. Por eso cada vez que veo niños es algo que recuerdo que puede pasar y pienso en lo frágil que es la vida. 

Y evoca otro recuerdo:

—Yo estaba de guardia y me tocó atender una emergencia en la que al llegar vi que el accidentado era un primo muy querido; si atender una emergencia es algo difícil, pues no deja uno de ser sensible, atender directamente a un familiar es algo muy complicado. Uno debe vencer la impresión que implica ver a esa persona querida, no debe bloquearse, sino dar lo mejor de sí y atenderlo al igual que a otras personas. 

Y resalta: “me costó mucho tiempo digerir esa parte, esa experiencia negativa, pero me sirvió también para crecer como persona”.

Si bien no existe la figura jurídica del bombero, su dedicación como voluntario trasciende su ámbito de acción y lleva su influencia a la sociedad misma.

Iztayul es de origen maya quiché (“El ungido que adivina los sortilegios” o “El de corazón blanco”). Nombre que se debe a su madre, admiradora de la cultura de los pueblos originarios. Nació el 4 de marzo de 1982 y en 2005 egresó de Ingeniería Ambiental. Se le tiene asignada la unidad 14, la de centro de mando y ahora despacha en las nuevas instalaciones del SIMUB, en donde acuden 70 bomberos —sólo 8 con salario—, 30 menores de edad en espera de convertirse en bomberos, y cinco caninos, que son el complemento de un organismo creado en 2007 y que enfrenta las vicisitudes de la mayoría de las corporaciones mexicanas: operar con subsidios mínimos, recibir o comprar unidades que ya no requieren en otras instancias y que en muchas ocasiones deberían ser piezas de museo, realizar cobros de algunos servicios de capacitación y prevención y algunas donaciones. 

La chicharra suena. Es hora de cumplir con el deber.


*Imágenes tomadas de la página de FB de Bomberos Simub 

Federico Velio Ortega
Federico Velio Ortega
Periodista, maestro en Investigador Histórica, amante de la lectura, la escritura y el café. Literato por circunstancia y barista por pasión (y también al revés)
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